Recetas de cocina

Caramelos de toffee caseros

¿Alguna vez os habéis preguntado cómo se hacen los caramelos? A nosotros, cuando eramos pequeños nos contaban mil historias acerca de ellos para que dejasemos de insistir en que queríamos comernos uno justo en ese momento que parecía que nunca era el apropiado. Vamos, que siempre era ese famoso «no y punto».

Una de esas «dulces» leyendas que recordamos con más cariño era la de que los caramelos, mucha atención, crecían en un árbol y solo algunos meses, motivo por el que teníamos que dosificarlos y no comer muchos… Y la verdad es que la excusa para evitar preguntas o insistencias acompañadas de momentos lacrimógenos y dramáticos (sí, el berrinche de toda la vida) funcionó unos añitos hasta que nos dimos cuenta de que fuésemos donde fuésemos de vacaciones siempre había un niño comiéndolos en época fuera de temporada y, ante esto no sabíamos si tal árbol era, además de muy fastidioso, itinerante… Claro está que al poco tiempo tal planta dejó, por arte de magia, de dar caramelos y éstos pasaron a la segunda fase del plan: los estantes más altos de la cocina.

Que buenos recuerdos… ¿verdad?

Pues tranquilos, porque hoy os proponemos seguir creando esos momentos tan dulces mediante una de las recetas más buscadas; la de los caramelos de toffee.

Nosotros nos hemos guiado por la receta de Martha Stewart y la verdad es que los caramelos que nos han salido no tienen nada que envidiar a los que podamos encontrar en cualquier tienda.

Son todo un vicio y, una de las mejores opciones si tenéis pendiente hacer algún regalito, ya que podéis envolver éstos en papel celofán (apto para cocina) transparente o de colores y meterlos en un bote de cristal o en una cajita. ¡Todo un éxito!

Y como nosotros nos hemos quedado con ganas de más (debe ser que no hemos regado bien el árbol…), nos apuntamos a preparar esta receta de caramelos de toffee caseros junto a vosotros, así que 3,2,1… ¡Empezamos!

Ingredientes:

Elaboración:

Esta receta es la original, pero si queréis introducir algunos cambios podéis sustituir la glucosa por azúcar invertido o el extracto de vainilla por azúcar avainillado.

En un cazo pondremos la nata, el azúcar blanco, la mantequilla y la glucosa. Recomendación: Tenemos que advertiros de la indicación que se hace acerca de usar un cazo grandecito debido a que esta mezcla sube bastante una vez empieza a cocer (damos fe de ello, tarde, pero damos fe…)

Calentaremos a fuego alto y, cuando entre en ebullición, bajaremos la temperatura. Insistimos en que uséis un recipiente amplio y alto para que no se os salga, ya que hasta que no comience a caramelizar, el contenido subirá mucho y muy rápido.

Preparamos el molde.

Primero lo engrasaremos con un poquito de aceite para, a continuación forrarlo con papel sulfurizado el cual engrasaremos también. Recomendación: Es importante que elijamos un recipiente que se adecue a la cantidad de caramelo que hayamos obtenido para que una vez lo echemos en él, no nos quede una capa muy fina o, por el contrario un bloque.

Vigilamos la temperatura del contenido del cazo y, cuando éste alcance los 120 grados, lo retiramos, añadimos la sal y el extracto de vainilla y vertemos enseguida en el molde. Recomendación: Lo fundamental en este paso es la rapidez. No os demoréis ni en agregar la sal y la vainilla ni en echar la mezcla en el molde porque cuanto más tardemos más espeso se irá haciendo y más difícil nos resultará el que quede bien extendido.

Movemos el molde de un lado para otro para que toda la base quede bien cubierta y lo dejamos reposar para que se enfríe y se solidifique. Y por mucho que os tiente el probarlo, deberéis dejarlo durante toda la noche.

Al día siguiente, desmoldamos y cortamos nuestros caramelos en cuadraditos no demasiado grandes (podéis darles la forma que más os guste).

¡Y ya tendremos estos riquísimos caramelos de toffee caseros!