La vuelta de las ‘Azúcar Montero’
El pasado viernes en el Pabellón de Convenciones de la Casa de Campo sonaba Estrella Morente cantando ‘Volver’, pero puede que para Podemos volver a ser lo que fueron (¡Ay esos más de 5 millones de votos y 69 diputados de 2015!) no sea tan sencillo como celebrar una Asamblea, envolverse en una kufiya palestina y pinchar el tango de Gardel. Y eso que las circunstancias se han puesto muy propicias. A vueltas del imaginario antimilitarista la izquierda se mueve como pez en el agua, esgrimiéndolo, eso sí, con un evidente sectarismo: siempre contra las democracias occidentales y nunca contra los regímenes totalitarios. Pero esta vez, entre la obsesión con el rearme que le ha entrado a Europa y que el amigo americano no quiere ser tan amigo, a Podemos le han puesto esa palanca más fácil que con las que se inventa el Barça.
El otro condicionante de su relanzamiento es dar por finiquitado el proyecto de Sumar. Ya se ha evidenciado que ese no era un proyecto para una España comunista, ni siquiera para una España socio-progresista, sino un pijiproyecto para Yolanda Díaz que ha terminado siendo pilotado por Pedro Sánchez. Y no es justo, Yoli, echar las culpas a los podemitas, sino a tu incapacidad y vagancia para articular un partido de verdad; y a haber pretendido engordar parasitando a una alimaña como Sánchez, que se sacudirá la pulga cuando la deje sin sangre, sin aire y sin votos.
También sigue evidenciándose que el proyecto de Podemos es principalmente el del clan Iglesias. Pablo es ya la grotesca y atávica figura del ‘Padre Padrone’ de los hermanos Taviani. Arremete contra todo y contra todos; aboga por el sectarismo cultural y la manipulación educativa; hace apología del terrorismo, ya sea el revolucionario de su padre o el de Estado de Stalin y Mercader; y reniega del principio de legalidad, de la separación de poderes y la judicatura independiente y hasta de la democracia.
Ahora consiente la vuelta de Irene Montero, que se queja de que la gente le pone mala cara en los aviones a Bruselas, para que se encargue del adoctrinamiento de los niños siguiendo el método del Opus Dei. Y de esta forma también evita meter en escena otra marioneta que termine por tener aspiraciones propias y por querer cortar los hilos del macho alfa, repitiendo el problema de Diaz.
Lo malo es que Irene, a pesar de su juventud, tiene más pasado que futuro. Nadie, excepto ella, se ha olvidado de la nefasta gestión de los cientos de millones del Ministerio de Igualdad y de la catástrofe del ‘sólo el sí es sí’. Y tampoco le avergüenza su trayectoria personal; esa realidad que contradice la esencia ideológica del primer Podemos: la meritocracia nepotista por vía marital que anula la verdadera aspiración de igualdad feminista y el ascenso social vía Galapagar que desactiva la lucha contra la casta política.
La otra Montero, la única e irrepetible Marisú, también ha tenido la semana pasada, que el jefe estaba en China, su protagonismo como presidenta en funciones. Y resulta que también a ésta el destino le ha traído un billete de vuelta, a ella a su Sevilla natal. A María Jesús le gusta mucho estar donde está, como vice de todo (del Gobierno, del partido), pero Pedro (¡qué injusticia!) la ha metido en el pack de ministros-candidatos sin atender a razones. ¡Con lo bien que le ha servido y con lo que se ha aprovechado él de su falta de vergüenza y de rigor intelectual!
Esta Montero también tiene una hemeroteca complicadilla, y, además, ha quedado muy expuesta después del fiasco de los presupuestos, el latrocinio propuesto para perdonar la deuda de Cataluña y el derrape tras la sentencia de Dani Alves. Debe ser que Sánchez cree que a alguien que es capaz de hablar con tantas faltas de ortografía se le nota menos cuando cambia de opinión o cuando dice, aunque sea ceceando y seseando a la vez, una cosa y su contraria.
En estas cosas estábamos la semana pasada cuando aparecieron las hermanas Salazar para presentar su último disco, y no resisto a la tentación al juego de palabras. Si además del desparpajo, Irene y Marisú tuvieran algo del talento, la honestidad profesional, la simpatía y el verdadero coraje femenino de Encarna y Toñi, el nombre pintiparado para esas políticas tan figuronas sería el de las ‘Azúcar Montero’. Por ahora, nos quedamos con corearlas:
«Si no quieres aguantar y te quieres liberar
Una frase te diré
Solo se vive una vez».
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