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Los científicos ponen el grito en el cielo: encuentran una fuente tóxica de Mercurio que va directa al Mar Menor

  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

Los descubrimientos científicos muchas veces impulsan mejoras en agricultura, en la gestión del territorio o en la forma de cuidar un ecosistema. Pero también hay hallazgos que obligan a detenerse y asumir que el problema es más grave de lo que parecía.

Un estudio reciente del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC) ha identificado una fuente de mercurio que nadie había detectado en el Mar Menor. El problema es que esta vía oculta transporta el metal en su forma más tóxica: el metilmercurio, un compuesto que altera por completo el mapa de riesgos de la laguna.

Descubren una fuente tóxica de mercurio que desemboca en el Mar Menor

Según los autores, el contaminante llega a través de un flujo de agua subterránea que atraviesa el subsuelo y entra en la laguna por puntos dispersos de la costa interior. Al mezclarse con el agua salada, se desencadena la transformación del metal en metilmercurio. El trabajo, publicado en Environmental Science & Technology, obliga a revisar la lista de fuentes que hasta ahora se consideraban prioritarias.

El estudio apunta que esta descarga aporta cerca de un kilo de mercurio al año, un volumen similar al de la deposición atmosférica y muy superior al que arrastra el río Albujón.

Además, parte de ese metal procede de un «mercurio heredado», acumulado en los sedimentos durante décadas de actividad minera y agrícola.

Como destaca Andrea G. Bravo, coautora del estudio, «Una parte importante del mercurio que medimos proviene de actividades que se realizaron en el pasado. Es un legado ambiental que sigue activo décadas después. Esto demuestra que incluso si se reducen las emisiones actuales, los contaminantes almacenados en los sedimentos pueden seguir liberándose durante mucho tiempo».

El equipo detectó que las zonas donde aflora este flujo funcionan como puntos críticos de producción de metilmercurio. La baja concentración de oxígeno, la materia orgánica y la actividad microbiana favorecen esa conversión. Según los investigadores, el cambio climático intensificará el proceso al elevar la temperatura y favorecer la desoxigenación.

Por qué el metilmercurio supone un riesgo tan serio en el Mar Menor

La laguna arrastra una crisis prolongada por la eutrofización, la pérdida de oxígeno y la presión agrícola. La presencia de metilmercurio encaja como una pieza más en ese escenario y añade un problema que golpea con fuerza a peces, moluscos y aves que viven o se alimentan en el Mar Menor.

Este compuesto se acumula con facilidad en los organismos acuáticos y sube de concentración a medida que avanza en la cadena alimentaria. Los depredadores grandes (incluidos los que terminan en la mesa del consumidor) son los que retienen las cantidades más altas. Como atraviesa barreras biológicas sin dificultad y permanece durante meses en el organismo, sus efectos se intensifican.

En fetos y niños puede alterar el desarrollo del sistema nervioso, afectar a la memoria, al lenguaje y a la coordinación. En adultos provoca pérdidas sensoriales, problemas motores y episodios de debilidad muscular.

Las agencias sanitarias llevan años avisando de que la vía de exposición más común procede del pescado contaminado, lo que convierte este nuevo hallazgo en un asunto que va más allá de la ecología, pues también implica salud pública.