La vileza y el aburguesamiento de Iglesias destrozan a Podemos
El silencio de Iglesias en la noche electoral ha sido el comentario más elocuente que podría hacerse sobre el futuro de la formación neocomunista, que ha desaparecido de comunidades enteras, ha perdido muchos de los ayuntamientos donde gobernaba y, además, ha cosechado un mal resultado en las europeas (6 diputados). Los podemitas que han salido mejor parados del 26-M, véase Kichi en Cádiz, son los que desde hace tiempo han marcado sonoras distancias respecto al líder morado.
La teología, a la hora de describir el infierno, señala que es la suma de todos los males sin mezcla de bien alguno. Salvando las lógicas distancias, esta descripción puede servir de analogía o de metáfora para describir la gestión de Iglesias al frente de su partido, pues en su manera y estilo de gobernar están las claves que explican su actual hundimiento. Los modales autoritarios y machistas, unidos a las purgas ideológicas y de personas no afines, han sido la tónica dominante, que ha dejado numerosos cadáveres en el camino. Y lejos de tender alguna clase de puentes con sus antiguos camaradas, Iglesias decidió competir contra ellos, fragmentando aún más el espacio de la izquierda. Ahí están los casos tan notorios de Serra y Mato en Madrid.
A todo ello hay que sumar la compra del casoplón de Galapagar, una auténtica bomba moral sobre la credibilidad del personaje. Toda España ha visto su recorrido; de presentarse como un paria de la tierra, un desposeído que formaba parte de “la gente” para luchar contra “la casta”, a vivir en una de las mejores zonas residenciales de la Comunidad de Madrid. Súmese el cada día más clamoroso colapso de su admirada narcodictadura venezolana; tampoco esto es algo que venga a sumar enteros al proyecto podemita.
En resumen, el ocaso de Unidas Podemos es notorio, mientras que el PSOE, con mayorías absolutas en regiones enteras, está demostrando que es mucho PSOE. A la hora de conformar el próximo Gobierno de España, ¿qué fuerza negociadora tendrá Iglesias a la hora de sentarse frente a Sánchez? Respuesta: ninguna.
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