Vicente Gil: «Sánchez juega sucio y sin reglas ¿Aspira Feijóo a golearle o se conforma con ganar?»
El PP sacó de nuevo este domingo a miles de personas a la calle para mostrar que el jueves, la amnistía, tendrá mayoría parlamentaria en el Congreso (en esto sí se pondrán de acuerdo Sánchez y su banda), pero no mayoría social, como muestran las encuestas.
Hace bien el PP en poner el foco en la amnistía, que, aparte de ser un pacto entre golpistas (Sánchez y Puigdemont) es el mayor acto de corrupción y miseria política y moral que hemos vivido, junto a los pactos de Zapatero y Sánchez con Bildu y ETA.
Sánchez vende la dignidad de España por los siete votos que necesita de un prófugo de la Justicia para seguir estando en Moncloa. No hay más. Sánchez no quiere gobernar. Sólo quiere estar en Moncloa para controlar desde dentro cómo van las investigaciones de corrupción y tráfico de influencias que afectan a su gobierno y a su mujer y para alimentar su ego narcisista con la pompa y circunstancia de un hortera que se cree que el «puto amo» de España y del mundo.
Intentar vender en clave europea el 9J es una ingenuidad. Aunque no quiera Sánchez y nos líe con Argentina, Israel o lo que haga falta, el 9J es un plebiscito sobre él. El 9J es un plebiscito sobre Pedro Sánchez, la amnistía, Puigdemont, la corrupción en el Gobierno, Koldo, Ábalos, Begoña Gómez, el hermano de Sánchez (forrado, al parecer, con dos millones de euros), el Tito Berni y sus putas, el fiscal general del Estado, Dolores Delgado, Garzón (Baltasar), Tezanos, Conde Pumpido, Marlaska, Bildu, Otegi, los aprovechados del PNV, Junqueras indultado, la malversación perdonada a los golpistas catalanes y el asalto a todas las instituciones democráticas y a la libertad de prensa. Y todo, a la sombra de Zapatero.
Esto es así. Otra cosa será que la apuesta del PP por la amnistía vaya a funcionar para que Feijóo gane por goleada a Sánchez, que es lo que necesita. Si el propio PP plantea el 9J en términos de plebiscito sobre el sanchismo, no puede conformarse con solo ganar.
El sanchismo y su máquina periodística del fango han conseguido normalizar ya la amnistía (como tantas otras cosas antes). Al español medio que no sigue mucho la política y no está muy ideologizado (o sea, la mayoría) la amnistía es un asunto, ya, que le cansa y le da pereza.
Sánchez juega al shock permanente y al cansancio de la opinión pública para que ya no sepamos lo que es importante y lo que no; lo que es verdad y lo que es mentira.
Hace un año, justo hoy, 27 de mayo, estábamos, no se lo pierdan, en la jornada de reflexión de las elecciones autonómicas y municipales. Piensen en ello. ¿A que les parece que ha pasado un siglo? Pues no. Sólo un año.
Esto es la máquina del fango de Sánchez. El olvido constante de sus tropelías con nuevas tropelías. Un año después, Sánchez sigue vivito y coleando y el jueves va a aprobar la amnistía que hace un año el PSOE nos decía era «inconstitucional, injusta e inconveniente».
Un año después, según las encuestas, el PSOE va a tener entorno al 30% de votos y aspira a quedar un 3% por debajo del PP para vender un empate. ¿Cómo vencer a Sánchez de forma rotunda, aunque sea a los puntos y no por KO tumbándolo en la lona, mientras la derecha esté dividida en las urnas?
El 23J fue una oportunidad perdida. Quizá para algún líder político, la oportunidad perdida. El tiempo lo dirá. Mientras tanto, conformarse con ganar y no golear a Sánchez, como transmite el PP quizá por la prudencia de no generar expectativas, denota falta de ambición y eso es mortal en una campaña electoral. Frente a la tensión y la ambición de Sánchez hace falta más tensión y más ambición que él.
El viaje del PP de Feijóo a la orilla del PSOE suponen ya, según algunos estudios, dos millones de votos entre desencantados del PSOE y ex votantes de Ciudadanos. Era necesario sin duda y los datos muestran que ha sido un éxito. La pregunta es: ¿Da más de sí ese viaje del PP al centroizquierda teniendo a Vox a su derecha? ¿O está agotado y no da más de sí? ¿Compensa lo que pierde el PP por la derecha frente a Vox, que es lo que le impide llegar a Feijóo a las mayorías absolutas de Aznar o Rajoy?
Lo cierto es que, tras los errores de autocomplacencia y conformismo en la campaña del 23J, el PP de Feijóo ha ido aprendiendo poco a poco. La cuestión es cuánto tiempo se marca el PP de Feijóo para derrotar a un Sánchez que quiere perpetuarse en el poder.
El PP muestra aún problemas para marcar la agenda política general y, no digamos, algo tan esencial como el marco de debate de una campaña electoral para no ir a rebufo de sus adversarios. Sobre todo, si estás atrapado en un sándwich argumental entre Sánchez y Vox, que se alimentan entre ellos. A Vox le va bien jugar en el terreno que marca Sánchez desde Moncloa porque va destinado a ayudar a Vox y a hundir al PP.
En esta campaña, Sánchez y Vox han vuelto a adelantarse y a marcar el terreno de juego y, por eso, no sin riesgo, y tras el mega acto de Vistalegre que ha dado la vuelta al mundo, el PP tuvo que convocar la manifestación de Madrid.
Una campaña requiere tensión. Ya lo dijo Zapatero. Y más si tu adversario busca la desmovilización del contrario por puro aburrimiento. Por muy moderado que uno sea como expresión de fidelidad a uno mismo y de la España que uno desea, en campaña hay que agitar y movilizar con pasión a los tuyos.
Sánchez lo sabe bien. Su estrategia es, claramente, tensionar y movilizar a su electorado dormido o avergonzado y desviar la atención hacia asuntos que son carnaza y un nicho de votos de la ultraizquierda (Milei, el miedo a la ultraderecha mundial, ya no solo Vox y Franco, la causa palestina, etc).
Si para eso ha de manosear la política exterior de España en beneficio propio lo hace. Este martes por la mañana va a montarse otro mitin desde Moncloa en forma de Aló presidente sobre el reconocimiento de Palestina achicando cada vez más el espacio de Sumar y Podemos.
Después de mandar a Ucrania ametralladoras que no funcionaban al inicio de la guerra, este lunes, en plena campaña electoral, qué casualidad. Sánchez se ha sacado de la manga 1.000 millones en armas sin el visto bueno del Congreso ni informar a la oposición y se ha deshecho en abrazos a Zelenski. Sánchez no pierde ripio. Le trae todo al fresco.
Sánchez no tiene complejos. Pega patadas al rival, juega con la mano y tiene comprado al árbitro. Y frente a él, en una campaña electoral, ha de haber sangre en las venas, convicción y fuerza. Movilización y tensión. Y dejar para otro momento el «no somos como ellos». De esa frase están llenos los cementerios de políticos bienintencionados.
El PP ha hecho de la amnistía y el sanchismo el leitmotiv de su campaña. Sin embargo, sorprende que no tanto la corrupción del Gobierno, el caso de Begoña Gómez y el caso del hermano de Sánchez. Sorprende, por ejemplo, que los dirigentes del PP hablen, en abstracto, del «entorno» de Sánchez, en vez de referirse, con claridad y abiertamente, a Begoña Gómez y al hermano de Sánchez. La gente no entiende el lenguaje abstracto. Entiende el lenguaje concreto y la personificación de los males. El PSOE sabe hacerlo muy bien con la derecha.
¿Por qué no entra a saco el PP con este tema? ¿Por qué no lo explota a degüello en la campaña con lo que apesta lo mires por donde lo mires?
El rechazo a la amnistía en España es mayoritario, incluso, entre los votantes del PSOE. Pero, ¿será suficiente para golear a Sánchez y no sólo vencerle? Si puede, con los resultados en la mano, Moncloa creará, el 10J, el relato del empate técnico sumando, además, los votos de todos sus socios de la amnistía.
¿Puede Feijóo conformarse con ganar o debe golear con una victoria rotunda frente a Sánchez y el sanchismo para que ni el relato, las mentiras, el fango y los periodistas a sueldo de Moncloa puedan ocultarlo al día siguiente?
Sánchez saca el jueves la amnistía. Si controla el factor Puigdemont para neutralizar una posible moción de censura del PP, Sánchez tiene tres años por delante para seguir en Moncloa sin arriesgarse a unas nuevas elecciones. ¿Puede permitírselo Feijóo o empezarán los nervios otra vez en Génova? Sánchez busca hacer de Feijóo un nuevo Casado, al que cogerle la medida y acomodarlo sine die en el banco resignado de jefe de la oposición.
El PP de Feijóo, en función de cómo sea su victoria, se juega también bastante el 9J, aunque nadie cuestionará, por ahora, el liderazgo del gallego. Pero la autocomplacencia es mala. Ayer hubo menos gente en la Puerta de Alcalá protestando contra la amnistía que en ocasiones anteriores. Aunque no fuera lo sustancial de la convocatoria, es para pensarlo. En Génova sabían que ese era el riesgo, pero debían hacerlo.
La amnesia que quiere Sánchez sobre sus tropelías va calando y amenaza con aburrir incluso a los votantes de la oposición. Es de manual de Primero de Chavismo y de dictador (con elecciones cada cuatro años).
Frente a un sátrapa inmoral como Sánchez, sólo cabe jugar duro. Y la corrupción en torno al Gobierno de Sánchez apesta. Su mujer no se llama «entorno». Se llama Begoña Gómez. Y el hermano de Sánchez, David, aunque diga apellidarse Azagra. Ni en esto los Sánchez son capaces de decir la verdad.
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