Opinión

La unidad de España no se negocia

La elección de Pablo Casado como presidente del Partido Popular conllevará, entre otros aspectos, el fortalecimiento en la defensa de la unidad de España. Ante un contexto como el que vivimos, con un Gobierno atenazado por la exigua representación parlamentaria de sus 84 diputados y dependiente del apoyo de separatistas vascos y catalanes, la labor y determinación de Casado se antojan fundamentales. De ahí que resulte esencial que en su reunión de este jueves con Pedro Sánchez en el Palacio de la Moncloa le deje bien claro que el PP sólo aceptará pactos de Estado si el presidente del Gobierno no cede al chantaje separatista. Al fin y al cabo, la unidad debe ser uno de los principios inexcusables en cualquier país que se precie. Un aspecto innegociable.

Algo que, en teoría, debería aceptar Sánchez si su pensamiento fuera el de gobernar para los españoles del futuro y no de cara a su supervivencia personal y con la vista puesta en llegar como presidente, sea al precio que sea, a las próximas elecciones generales. Sin ir más lejos, el líder socialista apoyó la aplicación del artículo 155 que hizo Mariano Rajoy. No obstante, los antecedentes más inmediatos no son nada esperanzadores. El jefe del Ejecutivo depende demasiado de los golpistas tras conseguir su apoyo para auparse a la Presidencia del Gobierno. De ahí que, con su cargo hipotecado, sea más necesario que nunca un partido fuerte de centroderecha que, como encarna Pablo Casado, no permita el más mínimo desliz en este sentido y que, en caso de producirse, esté preparado para hacer política sin complejos contra los que pretenden romper España.

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, sabe de la debilidad del Gobierno socialista y tratará de sacar tantos réditos políticos como le sea posible. De hecho, tal y como publica OKDIARIO, Pedro Sánchez estaría dispuesto a incluir la «identidad catalana» en una disposición de nuestra Carta Magna. Algo que, desde luego, debe encontrar la oposición frontal tanto del PP como del resto de formaciones constitucionales. De lo contrario, España estará secuestrada por sus enemigos mucho antes de que sus ciudadanos puedan acudir a las urnas.