Opinión
PRIMERA LÍNEA

La trascendencia de los pactos PP-Vox en Baleares

Vuelvo a insistir una vez más: siempre nos quedará Baleares para estar un poco a salvo de las barbaridades institucionales, que nos aguardarán en las próximas semanas. A pesar de la porquería esa de ¡que vienen los fascistas!, lo cierto es que los pactos PP-Vox están desmintiendo claramente el mantra de la extrema izquierda. No hay pérdida de derechos. Lo que hay es regreso a la cordura. Que el Consell de Mallorca elimine a los espías del catalán sin ir más lejos, no es pérdida de derechos, sino eliminar a los judas que vivían simple y llanamente de la caza de brujas y además subvencionados.

Allí está el detritus podemita llamando desesperadamente a sus coleguis de Málaga para insistir en acabar con el monumento de Sa Feixina. ¿Éste es su programa de gobierno? Es lo que es: detritus. Mierda en sentido coloquial. Menos mal que nos queda Baleares. Sí señor. La extrema izquierda ya ha perdido el poder territorial y esperemos que así sea por algunas legislaturas.

El mantra de ¡que vienen los fascistas! no ha impedido que PP y Vox tras el resultado del 28M llegasen a acuerdos de gobernabilidad. Ahora toca dejar buena constancia de las bondades de este entendimiento y no solamente en Baleares; también en el resto de España. Pero la trascendencia de los pactos en cuestión radicará en la capacidad del centroderecha para desmantelar de una vez por todas, la maledicencia de la extrema izquierda. Maledicencia es «el hábito de denigrar», en definitiva, injuriar. Según la RAE. Injuriar: dañar o menoscabar, o lo que es lo mismo, «causar descrédito en la honra».

A eso se dedica la extrema izquierda con su desesperado mantra ¡qué viene el fascismo! En Baleares, que es lo que nos toca más a mano, ocasión vamos a tener para comprobar hasta qué punto estos pactos reportarán pérdida de derechos. El Govern ya ha anunciado que en los próximos presupuestos se incrementarán las partidas en educación y en sanidad. A eso se le llama ir apostando más fuerte por el Estado de bienestar. ¿Que la contrapartida será cancelar algunos chiringuitos? Pues, ¡hágase! El interés general no entiende de servidumbres ideológicas. Porque a eso se le llama vivir del cuento.

Después de ocho años de Pacte de extrema izquierda, ha llegado a presidir el Parlament balear un jurista suficientemente preparado: Gabriel Le Senne. Tengo referencias directas, al haber compartido asientos en la ejecutiva de Sociedad Civil Balear durante más de dos años. Hasta que le ofrecieron la Vicesecretaría Jurídica de Vox, presentando de inmediato su renuncia a ser miembro de la Ejecutiva, porque en Sociedad Civil Balear es incompatible compaginar cargo político con responsabilidades de gestión en un proyecto que aboga por el constitucionalismo sin militancia activa en partido alguno.

De inmediato le crucificaron, por un tuit absolutamente tergiversado. Hasta el autócrata Pedro Sánchez se lo echó en cara a Alberto Núñez Feijóo en el debate a dos, en previsión de futuros pactos con Vox. ¡Que vienen los fascistas! En realidad, aquel tuit fue una respuesta irónica a la activista del LGTBI+, Sonia Vivas, una lesbiana de muy mala uva, cuando dijo eso de, «los hombres con pene pequeño son más violentos». A lo que Le Senne se limitó a comentar que, entonces, las mujeres, como no tienen pene, son más violentas. El rasgamiento de vestiduras de la extrema izquierda conviene denunciarlo permanentemente porque de ello depende defender la cordura.

Siempre tendremos Baleares para defendernos de la impostación de una extrema izquierda que en su adoctrinamiento –ahora alejado del poder- lo único que pretende es emitir sus mantras sin vacilación alguna, que de ello va impostación, según la RAE. Ahora que la extrema izquierda ha perdido el poder territorial, nos quedan los pactos PP-Vox para demostrar que sí se puede gobernar, alejándose de los prejuicios de unos malnacidos.

Que el presidente del Consell de Mallorca, Llorenç Galmés, diga sentirse a gusto del pacto PP-Vox, y comprobar que en el Ayuntamiento de Palma se ha llegado a un acuerdo de gobernabilidad entre caballeros, personalmente me lleva a la conclusión de que, en efecto, siempre tendremos Baleares.

Entonces, en esas después de hablar de la conveniencia de llegar a acuerdos entre PSIB y Govern de Prohens, Iago Negueruela al fin se pone el hiyab y reclama el requisito del catalán como obligatorio en la sanidad pública. El rebosillo es más propio de la tierra, caballero. Deje las supinaciones varias.