El trampantojo económico de Sánchez
El Gobierno ha revisado al alza el crecimiento de la economía española y ha festejado esas mejores previsiones económicas, presumiendo de la marcha de la economía. Sin embargo, la realidad no es tan positiva como la vende el Ejecutivo; realmente, ni siquiera es positiva, porque esos aparentes buenos datos del corto plazo se consiguen a costa de un deterioro profundo de la estructura económica española, donde la composición del crecimiento es insana.
Así, el presidente Sánchez ha tratado de hacernos creer que vivíamos en jauja, con una economía más rica, más potente, más próspera, que iba a cambiar la estructura económica nacional, llenando de tecnologías, renovables y economía verde toda nuestra economía para, con sólo decirlo y desearlo, pasar, de la noche a la mañana, a ser la economía puntera de Europa.
Amparado por los datos de empleo y de crecimiento económico, engañosos, al venir de una situación impulsada por un gasto público que lleva la deuda a cerca de los 1,7 billones de euros; de un incremento de población poco cualificada, que incrementa la actividad pero nos hace retroceder en riqueza, medida por el PIB per cápita en relación con la media de la eurozona; y de un buen sector exterior, pero que puede ralentizarse ante el deterioro económico de nuestros principales socios comerciales y mercados emisores de turistas; está dañando mucho el crecimiento a largo plazo, al acumular la losa de deuda que hemos comentado antes; imponer múltiples trabas a la actividad económica, con excesiva y absurda regulación; incrementar costes, con tanta subida de impuestos; generar inseguridad jurídica con las figuras tributarias demagógicas creadas para gravar a determinados sectores; y con un deterioro de la imagen institucional de España al apoyar altos cargos del Gobierno, jaleados en primer lugar por el presidente del mismo, a las personas que con violencia impidieron el desarrollo de La Vuelta a España. Esa imagen hace mucho daño a la economía española, porque genera inseguridad, incertidumbre y drena inversiones.
Inversiones que cada vez cuesta más conseguir, bien sea por el efecto expulsión que el sector público provoca con su desmedido gasto, que drena recursos hacia el sector privado y los encarece; bien sea por el riesgo a la asfixia constante que impone a muchas pymes y autónomos, con el constante incremento del salario mínimo y de las cotizaciones a la Seguridad Social, además de con el alza de impuestos, que hace que no puedan soportar dichos costes y cierren y las nuevas iniciativas no lleguen a concretarse.
Junto a ello, una inversión extranjera que es mucho menor que hace siete años y que se recibe ya de manera muy desacelerada, cuando es esencial para nuestra actividad económica contar con ella.
Es un auténtico trampantojo económico, porque en el corto plazo parece que todo marcha bien en los datos macro, pero el deterioro de la economía en el medio y largo plazo es profundo y reconstruir la estructura económica le llevará tiempo al próximo gobierno. La fiesta del derroche del corto plazo la vamos a pagar todos en el medio y largo plazo.
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