Trabajadores en los consejos de administración: ni en Alemania ni en la Constitución, ministra

Ha dicho la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, que «si los trabajadores estuvieran en el consejo de administración de las empresas, determinadas decisiones de deslocalización no se producirían». Asegura que esta fórmula permitiría a los empleados controlar los dividendos y los sueldos y ha puesto como ejemplo a Alemania, pero Díaz ha retorcido al máximo la realidad germana hasta el punto de falsearla con estrépito. Porque no es verdad que la legislación alemana obligue a la presencia de trabajadores en los consejos de administración de las empresas, sino que el modelo de aquel país contempla la existencia de un Consejo de Supervisión en el que sí que tienen cabida, pero que, por supuesto, se pliega a las decisiones del primero.
Por tanto, Yolanda Díaz falta a la verdad, algo que, por otra parte, no sorprende en un Gobierno que ha hecho de la mentira su mayor fuente de inspiración. Y, por supuesto, eso que asegura la ministra de Trabajo de que su propuesta está en la Constitución es otra falacia más, porque el artículo 129 de la Carta Magna de lo que habla es de hacer más accesibles y participativas las empresas para los trabajadores y fomentar formas de participación como las sociedades cooperativas donde los trabajadores son también propietarios. Se refiere a las sociedades cooperativas, pero, por supuesto, no hace mención alguna a que en los consejos de administración de empresas privadas tenga que haber a la fuerza trabajadores, por lo que Yolanda Díaz -conscientemente- distorsiona la realidad de forma torticera.
Ni en Alemania, por ley, tiene que haber trabajadores en los consejos de administración ni la Constitución española -que el Gobierno sólo invoca cuando le interesa- dice palabra alguna sobre su propuesta. De modo que Díaz ha faltado a la verdad a pares. Sin ánimo alguno de polemizar invitamos a la ministra a que rectifique su equívoco, porque está muy feo abrazarse de forma tan obscena al embuste.