Opinión

Terrible situación límite

Mientras Pedro Sánchez, subido en un 4 por 4 como si fuera un presidente americano de serie, aparecía en público a las cuarenta y ocho horas de la catástrofe, su ministro Ábalos dijo: “La nevada ha superado todas nuestras previsiones”, y añadió: “Tenemos que tomar nota para el futuro”. Es decir, que las previsiones han fallado notablemente, también las de los meteorólogos que no se esperaban cosa así. La solución es que el personal, incluido su Gobierno, aprendamos a toda prisa, no vaya a ser que a Filomena o su hermana gemela, le dé por volvernos a hacer la puñeta.

Luego, Sanchez pidió lo de siempre: “¡Que arrimen el hombro!”, esta vez la pala. No contentos con la irónica reconvención, Calvo, la vicepresidenta, apostilló con mayor ufanía que Don Quijote ante los molinos: “…Y nosotros, entre tanto… trabajando”. Llegado este trascendental momento, el personal citado se levantó de su sofá para suplicar: “¡No, por Dios, que no lo hagan, que son capaces de resucitar a Filomena!”.

Aparte del escondite de los estólidos compañeros de viaje leninistas (por cierto, ¿dónde está, dónde reposa el eximio gobernante, moño Doña Rogelia incluido?), lo que se ha constatado en este enero trágico, en el que ya no nos falta más que nos invadan los marcianos, es la descomunal impericia del Gobierno que soportamos, su total falta de preparación técnica. El propio Iglesias, ocupado como está no en su función de vicepresidente de los Asuntos Sociales del país, sino en agrietar aún más la pírrica solidez del Gabinete en el que ‘okupa’ todavía un lugar, aprovecha la hórrida contingencia actual advirtiendo que si la reforma de las pensiones es la que pretende el ministro Escrivá, él y su cuadrilla van a organizar un escándalo que puede terminar con la propia coalición.

Pero no se engañen: esta presión arrebatada del leninista solo es una patraña más, no provocará el estallido de su acuerdo con Sánchez porque, miren, ¿a dónde va a ir un tipo tan rechazado, tan deleznable, como su persona? Es un mentiroso y porfiador que ha escondido la jeta para no verse en el trance de explicar cómo continúa en un Gobierno que ha subido la luz hasta términos indescriptibles. ¿Recuerdan aquel partido Podemos (o sea, Igleisias y su señora, que ya no queda más) asegurando, con la mayor de las desvergüenzas, que “con nosotros en el Gobierno esto nunca se va a producir”? Pues bien: sea ha producido, está ocurriendo, y él sigue ‘missing’, embozado tras las tapias vigiladas de su hortera chaletón.

A su lado, el presidente sigue a lo suyo; es decir, a la nada, a comprarse propaganda con nuestro dinero mientras el país vive una situación límite, muriéndose a chorros, él se destaca únicamente en su insidia abrumadora contra el Gobierno de Madrid. Ahora sus colaboradores a media voz sugieren que van a dejar pasar el tiempo a ver si realmente la capital y sus alrededores se merecen, porque son buenas, la calificación de “zona catastrófica”. Su postura no se basa en una discrepancia técnica, en acreditar que la nieve ha dejado a Madrid en pelota viva; no, es la voluntad de no acceder a cualquier beneficio que pueda sustentar la popularidad de Ayuso. Para Sánchez, la presidenta regional no es un rival político, es un enemigo al que no se le puede dar ni agua, aunque sí nieve, mucha nieve, que Ayuso se congele de una vez y termine de dar la lata.

Este es un Gobierno patético que, encima, está esperando a este viernes por ver si unos descascarillados políticos catalanes se deciden a celebrar elecciones para el próximo 14 de febrero. En la tesitura continúa escondido el aún ministro de Sanidad, Salvador Illa, presunto candidato a la Generalidad. El bailarín que le ha cedido el marrón, Iceta, ya ha filtrado que si no se abren los comicios Illa tiene que seguir en Madrid. Se está vengando el danzante de un ninguneo que, diga lo que le diga, siempre le sentó como un tiro. Mientras, Cataluña, la región de unas elecciones disparatadas, vive una trágica situación: 80 fallecidos en un solo día, un riesgo de rebrote superior a 600, 2.500 infectados, 477 pacientes en las UCIS. ¿Quién que no sea un irresponsable se atreve a abrir colegios electorales en una situación como esta? ¿El aspirante a la Presidencia del Barcelona que quiere ganar sus elecciones el dia 24 de ahora mismo? ¿Qué le importa a este individuo la salud de su hinchada?

Fin: ¿cómo podrán justificar Sánchez y su tribu de propagandistas de la fe marxista-leninista que el ministro de la cosa, de la Sanidad abandone su puesto de trabajo y lo ponga en manos de una señora, Darías de apellido, que lo más sanitario que conoce es la aplicación de una tirita y creo que aún así? Estamos en situación límite, gobernados, es un decir, por una pléyade de inútiles que no solo han puesto en peligro la supervivencia de España como Nación, sino algo más: su supervivencia sanitaria. Son un peligro.