Opinión
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Talgo, el Gobierno y la oportunidad perdida

  • Benjamín Santamaría
  • Economista, analista, conferenciante y máster de educación. Redactor de economía en OKDIARIO y autor de "La economía a través del tiempo" en el Instituto Juan de Mariana

El veto del Gobierno de España a la oferta pública de adquisición (OPA) húngara sobre Talgo deja muchas aristas y puede tener consecuencias diplomáticas. Al final, Hungría es un país aliado, pues pertenece a la Unión Europea y a la OTAN, lo que le da la misma importancia que cualquier otra nación comunitaria como Francia o Alemania. Sin embargo, el Ejecutivo considera que tiene motivos para desconfiar de Magyar Vagon y alude a aquello de la «seguridad nacional», un concepto un poco ambiguo y abierto a múltiples interpretaciones.

Talgo no tiene ningún contrato con el Ministerio de Defensa, por lo que esa no puede ser la excusa para invocar la seguridad nacional. ¿Por dónde puede tirar el Gobierno? Quizás podría decir que la empresa tiene información importante acerca de la red ferroviaria española.

¿Qué otra cosa sino? Es el problema de no tener una definición objetiva, exacta y acotada de seguridad nacional. El Ejecutivo se aprovecha de esto, que funciona igual que aquello de sector estratégico. Estirando el chicle, cualquier empresa puede ser susceptible de considerarse estratégica y, a su vez, de ser crucial para la seguridad.

Y esto es importante porque frenar una OPA húngara no es lo mismo que bloquear una de Arabia Saudí: Hungría es aliado y tiene los mismos derechos que cualquier otra nación comunitaria. Es importante recordar que la Unión Europea se creó bajo el principio de la libre circulación de capitales, por lo que no se puede negar este derecho de cualquier manera, sino que hay que justificarse bien. Y esa justificación no es otra que la seguridad nacional.

Ahí es donde entra otra de las aristas de este tema. ¿De qué manera pruebas que Magyar Vagon puede poner en peligro la seguridad y el orden público? Reitero que es propiedad, en un 45%, de un estado aliado. Pues una de las alternativas para salir de este lío es vincular la empresa con Putin.

Pero claro, esto puede traer enormes problemas, pues sería poner en juego las relaciones diplomáticas con una acusación bastante grave. ¿Tiene el CNI información suficiente como para demostrar que la compañía húngara está relacionada con Rusia y puede filtrar información confidencial que posee Talgo? Esta es la gran pregunta del asunto y, desde luego, será lo que el Gobierno de España tenga que demostrar delante de un tribunal europeo si Magyar Vagon denuncia.

Por ahora, Bruselas ya se ha decantado a favor de Sánchez y le ha dicho que ha hecho muy bien vetando la operación. Sinceramente, bajo mi humilde opinión, muy seguros tienen que estar todos para tener estas posiciones tan rotundas, pues la libertad de movimiento de capitales es tan fundamental que es uno de los principios fundacionales de la Unión Europea.

Desdeñar esta idea por algo poco justificado es un grave peligro que puede poner en jaque el espíritu de la Unión. Es más, puede dibujar una imagen de ilegitimidad de cara a los ciudadanos europeos, que pueden ver la actitud del Gobierno sobre el Caso Talgo como una ruptura de las promesas primigenias comunitarias.

El Gobierno y la OPA de Talgo

Ahora, si es verdad que el CNI tiene esa información que relaciona a Magyar Vagon con Putin, ¿cómo la ha conseguido? ¿Ha sido algún servicio de inteligencia de otro país o alguna compañía competidora la que se lo ha revelado? Esto es probable que nunca lo sabremos.

Lo que sí sabemos es que esta cancelación de la operación va a perjudicar enormemente a Trilantic, quien iba a sacar de beneficio alrededor de 200 millones por la venta y quien quiere deshacerse de sus posiciones en Talgo. Además,  la OPA podría haber creado una gran empresa que pusiera en jaque a los poderosos fabricantes franceses y alemanes y, por lo tanto, equilibrar u poco la balanza en Europa.