Opinión

La sombra de Putin planea sobre el golpe del 1-O

Era un secreto a voces que los separatistas catalanes tenían en Rusia un aliado para su estrategia rupturista, pero un informe que la Guardia Civil de Cataluña entregó hace dos meses al Juzgado de Instrucción número 1 de Barcelona donde se recoge toda la información del teléfono móvil de la mano derecha de Carles Puigdemont, el profesor de Historia Josep Lluís Alay, demuestra a las claras que la relación entre los independentistas y Moscú era bastante más que fluida.

Las conversaciones entre Alay Rodríguez y el abogado de Puigdemont Gonzalo Boye van mucho más allá de la relación letrado-cliente, porque se centran en analizar aspectos de política internacional con el objetivo de «no perjudicar el apoyo ruso».  Josep Alay explica a Boye lo que en su opinión son los temas claves que no habría que «tocar»: «Mira, hay un triángulo ahora clave. Belarus (Bielorrusia)-Snowden-Navalny» y añade que «en cualquier momento puede aparecer un tuit del president a favor de Navalny». O sea, la obsesión de los separatistas es no enojar al gigante ruso, conscientes de que para su proceso rupturista el apoyo de Moscú es fundamental.

Ese «no perjudicar el apoyo ruso» constata que para los golpistas catalanes era básico que Rusia apuntalara el proceso rupturista. El asunto no es baladí, porque lo que revelan las conversaciones entre Alay y Boye es que Moscú jugó un papel activo en el plan de voladura constitucional programado por los sediciosos catalanes. Ya en su día el juez Joaquín Aguirre investigó el presunto desvío de fondos públicos al proceso independentista, en los que se apuntaron los contactos con el Gobierno de Vladimir Putin para conseguir el apoyo internacional al procés.  Ahora, las conversaciones incautadas por la Guardia Civil reviven la «trama rusa». Los golpistas catalanes -lo mismos a los que ahora ha sacado de la cárcel Pedro Sánchez- no estaban solos: la sombra de Putin es alargada.