Opinión

A Simeone le dieron su propia medicina

El Mallorca aplicó con éxito al Atlético la medicina más utilizada por el Cholo Simeone. Desde su todavía reciente llegada Javier Aguirre dejó muy claro que su prioridad iba a ser cerrar su portería a cualquier precio. No dejó un solo resquicio para que Sergio Rico pudiera ser inquietado y, a la inversa, un penalti de Reinildo sobre Maffeo en una de las pocas aproximaciones locales permitió a Muriqui convertir el castigo en el único gol del encuentro que restituye al Cádiz a los puestos de descenso de los cuales se redime el cuadro bermellón.

No le será fácil a Simeone digerir que le puedan ganar administrándole su jarabe preferido, pero Javier Aguirre ya dejó claro cuál iba a ser su método hace una semana en Getafe: tres centrales que se convierten en cinco defensas cuando los laterales no se desdoblan, reforzados por uno de los medios por delante, Baba en este caso, con el apoyo de un compañero y dos correcaminos veloces, Dani Rodríguez por un lado y, ayer Lee Kang-in primero y Kubo después, para salir si se presenta la ocasión con Muriqi fuerte por arriba que, en caso necesario, también baja a defender.

En suma, cerrar espacios con cinco, ocho o diez jugadores, portero aparte, a falta de plantilla, virtudes y una clasificación más desahogada para intentar otras cosas. No funcionó en el «Alfonso Pérez», pero si en Son Moix frente a un enemigo construido para otras aspiraciones y constreñido por su técnico.

Claro que el partido fue muy feo, feísimo, soporífero a ratos, pero la medida del aburrimiento no pesa lo mismo al evaluar a un equipo de treinta millones o a otro de doscientos. El modesto no solo se lo puede permitir, sino que lo necesita, es una de sus armas. El fuerte no debería. Y miren los colchoneros fueron a Manchester con el mismo guion que hoy el Mallorca o parecido y la diferencia estriba en que allí ganó el City y aquí también han perdido.

Como aventuraba en la previa, que un débil le gane al poderoso exige intensidad, sacrificio y un espíritu tan alto como ciego pero, además, que al favorito no le salga nada. Ya corresponde a los técnicos que mandan en el Wanda analizar los motivos de su rendición, si desidia, pereza o impotencia.

Habremos escuchado eso de que las defensas ganaron a los delanteros y análisis simples y parecidos. Lo que ha triunfado ha sido, en todo caso, la necesidad sobre una cierta prepotencia. Del resto del encuentro queda poco más que decir. Tan sencillo como que uno, el perdedor, se desgastó, debilitó y estrello contra un muro y olvidó que por una de sus grietas no entra un gigante, pero si cabe y sale un ratón.