Siempre tendremos Baleares
Como en la película que en 1942 dirigió Michael Curtiz, el asunto que nos ha ocupado desde el 28M, al final, se resume con igual balance: «Siempre tendremos París»; es decir que siempre nos quedará Baleares una vez se ha confirmado lo mucho que ha calado el mantra de la izquierda ¡Que viene el fascismo! ¡Que viene el fascismo! Pues bien, aquí, al menos, podremos ver qué hay de cierto en ello y no solamente quienes no necesitamos taparnos la nariz para ir a votar. En los pactos que siguieron a las Elecciones de hace un par de meses, en Baleares no se produjo el ruido escuchado en Murcia y Extremadura. El resultado ha sido que el pasado 23J el PP le ganó al PSIB-PSOE por 7.000 votos en Palma y por 20.000 votos en Mallorca.
La candidata socialista al Congreso, Francina Armengol, dejándose llevar de una sobreactuada euforia dijo aquello de «hemos parado el retroceso» y se quedó tan pancha. Mientras tanto, la realidad era otra: de nuevo, derrota en las urnas del archipiélago, habiendo sido ella presidenta del Govern los últimos ocho años. Es cierto que con Armengol funcionó el asunto ese de la patada hacia arriba, así pues ya la tenemos de congresista. La misma senda quiere seguir el exalcalde socialista José Hila, propuesto por los suyos para ser elegido por el Parlament senador por designación autonómica.
Cuando escribo estas líneas no se ha reunido la Cámara balear para tratar el asunto, por lo tanto quién sabe si finalmente Hila también acaba en Madrid. Tendremos entonces al peor alcalde de Palma en democracia instalado en el cementerio de elefantes de la calle Bailén, consumándose entonces que dos insignes sociatas han acabado huidos como ratas de la nave balear.
Ambos dicen que se marchan pero que volverán para recuperar el Govern y la Alcaldía de Palma, dentro de cuatro años. Vale pues. Convendrá atender al comportamiento de ella en el Congreso y de él en el Senado, votando a la búlgara los deseos de su jefe supremo, es dedir lo que pacte con filoetarras, golpistas y comunistas bolivarianos. Una vez retratados, ¿la recompensa va a ser que el voto de estas islas les reponga en las sillas de las que huyeron?
Volviendo a la emotiva escena entre Rick Blaine y Lisa Lund, siempre nos quedará Baleares como afortunada reedición de la Comunidad de Madrid y eso al menos nos servirá para sobrellevar el maltrago de la reedición de un Gobierno Frankenstein. Es cierto que andamos curados de espantos, desde el momento en que somos pioneros en eso de los pactos de perdedores. La novedad, esta vez, es que se acabaron las extravagancias en nuestra casa. Y que así sea por más de una legislatura. Dependerá del tarannà de PP y Vox.
La extrema izquierda balear, ahora en la oposición, ha despreciado los cien días de cortesía en el Ayuntamiento de Palma y quieren reprobar a Jaime Martínez (el alcalde) y también al regidor de Urbanismo, Óscar Fidalgo. El tema central de la reprobación es el Plan General de Ordenación Urbana, gestionado –es un decir- por los pesemeros de Més y dejado a medio hacer cuando cerraron la puerta al salir. Obviamente, el PSIB-PSOE y Podemos de inmediato se han apuntado a la demanda presentada por Més. Se trata de una vulgar pataleta de perdedores que no va a prosperar, salvo que Vox, en un gesto improbable, quiera pegarse un tiro en el pie. Por cierto, recuerden aquel eslogan catalanista: Ñ? NY!. Ahora toca: ¿Punto cat? ¡Punto ib!.
El asunto es que el centroderecha en Baleares ahora tiene una oportunidad de oro para echar por tierra el bulo ese de la izquierda. Bulo: «noticia falsa propalada con algún fin». La RAE. O sea, ¡Que viene el fascismo! El PP y Vox tienen la responsabilidad de garantizarnos la estabilidad al tiempo que desmontar el bulo con hechos. El sector primario, la familia, los autónomos y los emprendedores, unido al sector turístico y el tejido empresarial, deben ser objetivos prioritarios y liberados de dogmatismos ideológicos. Demostrar en definitiva que el crecimiento sostenible es posible sin incurrir en dar pábulo a los versículos de la biblia supremacista de la ecoprogresía.
No bastará con el buen entendimiento entre PP y Vox. Hará falta darle a la izquierda donde más le duele: la batalla cultural. Desgraciadamente, el PP en el inmediato pasado ha comprado los mantras de la izquierda y Vox sin poder demostrar que no es tan fiero como lo pintan o dicho en bilingüe, it’s not as bad as it’s made out to be. Los pactos en los consells insulares y los acuerdos de legislatura firmados entre damas y caballeros se encargarán de demostrarnos que, en efecto, siempre tendremos Baleares para refugiarnos de tantos surrealismos que se avecinan, cocinados en Moncloa y ratificados en las Cortes Generales de España. Qué bien suena esta eñe.
Artículo escrito el día de Santiago, patrón de España.
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