Opinión

Sánchez reniega de EH Bildu ahora que ya no los necesita

Como suele ser habitual en Sánchez, la estrategia que está poniendo en marcha en Navarra consiste en invocar razones de interés general para beneficiar al máximo su propia posición.

Para entender sus movimientos dentro de la Comunidad Foral, ampliemos antes el foco para ver el marco general de la partida. Sánchez en estos momentos está desarrollando un juego de geometría variable con varios potenciales socios. Cada uno de ellos se mueve dentro de su particular esfera: Macron, los grandes poderes económicos europeos, Ciudadanos, los independentistas catalanes y el juicio del 1-O, el PNV, las posibles alianzas en comunidades autónomas y municipios. Cada esfera de poder desarrolla su lógica y tempo. La negociación con Macron tiene un horizonte de semanas y está orientada a lograr legislaturas estables en Europa y España. Con el mundo independentista catalán, como la problemática y la mutua dependencia pueden durar años o décadas, todo se está cociendo a fuego lento. Estas partidas, sin perder su especificidad propia, comparten un objetivo común: maximizar la intensidad y duración del poder de Sánchez.

Centremos ahora el foco en Navarra. Sánchez ya no es un débil líder de la oposición con 84 diputados que necesita a toda costa potenciales apoyos –por ejemplo, PNV o Bildu- para sacar adelante su moción . Ahora es un líder consolidado y respetable, tiene 123 diputados y su objetivo es gobernar cuatro años, en solitario o incluso con el apoyo de Ciudadanos. Alcanzar el poder en la comunidad foral le interesa, por supuesto, pero no si ello implica asumir el desprestigio de pactar con EH Bildu –una cosa es aceptar su abstención o abstenerse para que gobierne Barcos y otra, entrar con ellos en el ejecutivo–. Es cierto que el PNV, a través de su filial navarra, Geroa Bai, puede recordarle que tal vez les necesiten de nuevo pronto en las Cortes de Madrid…  O tal vez no, respondería Sánchez, si la operación Macron-Ciudadanos prospera. En cambio, el PNV tendrá elecciones autonómicas dentro de un plazo no muy largo, y su único potencial socio en el País Vasco es el PSE-PSOE.

La taxativa negativa a EH Bildu tiene varias ventajas para Sánchez: alzar el perfil de la dignidad constitucional, dar un argumento más a Ciudadanos para que le apoye, mostrar dureza frente a Uxue Barcos, que ha obtenido un mal resultado (9 diputados), resaltar el buen resultado del PSN (11 diputados), sacar pecho ante el PNV, y tal vez forzar a Navarra Suma a la abstención para hacer a Chivite presidenta y que así, con las demás combinaciones bloqueadas, propiciar que al menos haya gobierno constitucionalista en la comunidad.

¿Esta última puede parecer una hipótesis demasiado rocambolesca? Recordemos que Sánchez sacó de forma consecutiva los dos peores resultados de la historia reciente del PSOE, que acto seguido fue expulsado de su propio partido, que luego ganó unas primarias contra el establishment socialista, que sacó adelante una moción de censura contra todo pronóstico, que gobernó casi un año con una exigua minoría y que ahora acaba de ganar unas elecciones generales, europeas, municipales y autonómicas en las que además ha pulverizado a su principales adversarios a derecha e izquierda. Conviene no minusvalorar las hipótesis de Sánchez.