Opinión

Sánchez dirá que la aministía era mentira si no es investido presidente

Pedro Sánchez no consultará a la militancia socialista sobre la amnistía y se limitará a pedirle su opinión sobre el pacto alcanzado con Sumar, obviando la mayor exigencia de Junts, lo que evidencia que su estrategia es más propia de un tahúr que del candidato designado por el Rey para ser investido presidente. En definitiva, que el presidente en funciones está jugando al ratón y el gato también con la militancia socialista. La explicación es sencilla: Sánchez quiere cubrirse las espaldas y no puede someter a las bases del partido una ley de amnistía que está hecha, pero que en caso de que Puigdemont considere que es insuficiente para votar a favor de su investidura podría volverse en contra del jefe del Ejecutivo en funciones en unos hipotéticos nuevos comicios generales.

Y es que, en el caso de que hubiera unas nuevas elecciones, el hecho de haber sometido a consulta de la militancia socialista dicha ley le dejaría en evidencia ante buena parte de la opinión pública. Sánchez quedaría así retratado como alguien que estaba dispuesto a entregar el Estado a los separatistas. Es por eso que la amnistía no será sometida al refrendo de la militancia del PSOE, a la que sólo se le preguntará por el acuerdo alcanzado con Yolanda Díaz. En el fondo, lo que subyace es el miedo de Sánchez a quedarse sin plan B en el caso de que no haya acuerdo con Junts.

Si así fuera, Sánchez vendería que no fue investido presidente precisamente por no aceptar el chantaje de los separatistas, pero ese argumento perdería fuerza si exhibe ahora su disposición a sacar adelante la ley de amnistía. Por mucho que Sánchez insista en que su investidura está cada vez más cerca, lo cierto es que en Moncloa no las tienen todas consigo, razón por la que no quieren pillarse los dedos ante la posibilidad de que Carles Puigdemont diga finalmente no.