La ruindad moral del socialismo no tiene límites
En el colmo de la indignidad, el PSOE ha firmado una carta en el Parlamento Europeo con el eurodiputado filoetarra Pernando Barrena y el golpista Carles Puigdemont, amén de otros radicales, para instar al presidente de la Eurocámara, David Sassoli, a que reprenda a Herman Tertsch (Vox) por cuestionar la historia de España. Es sencillamente indecente que los socialistas unan su firma a los enemigos declarados de España para que amoneste a un europarlamentario de la formación de Santiago Abascal por tergiversar nuestra historia, cuando los mayores tergiversadores y manipuladores de lo que es y representa España son los proetarras y los golpistas catalanes. Barrena es un político filoetarra que en 2016 reconoció su vinculación con la banda asesina ETA para reducir su condena a menos de dos años de prisión y no tener que entrar en la cárcel. Puigdemont, de todos conocido, es un prófugo de la justicia que promovió un golpe para subvertir el orden constitucional. Esos son los compañeros de viaje del PSOE, un partido que se ha echado definitivamente al monte y mantiene una alianza estratégica con las formaciones más execrables políticamente del Parlamento.
Lo ocurrido es una muestra más del grado de degradación moral del socialismo español. A la iniciativa contra Herman Tertsch se han unido otros miembros del grupo europarlamentario de Bildu, el grupo confederal de la Izquierda Unitaria Europea (GUE) y los independentistas Diana Riba y Jordi Solé, vinculados a Oriol Junqueras, en prisión por un delito de sedición. Completan la lista de firmantes Ernest Urtasun, de Catalunya en Comú (Podemos) que está integrado en el grupo de Los Verdes; Izaskun Bilbao, del PNV, y Ana Miranda, portavoz del BNG y ex eurodiputada. Y lo peor es que el presidente del Parlamento europeo, el socialista italiano David Sassoli, le ha recordado al eurodiputado de Vox que en la Eurocámara «no cabe la glorificación de ninguna dictadura». Tertsch no hizo ninguna glorificación de la dictadura, sino que se limitó a cuestionar la «profanación» de la tumba de Franco y a subrayar que «socialistas, comunistas y anarquistas en España asesinaron a más de 12.000 sacerdotes y monjas, decenas de obispos y altos clérigos».
El socialismo se ha quitado la careta. Sus amigos son los enemigos de España y ya no se molesta en ocultarlo.
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