Opinión

¿Se ha rajado Yolanda Díaz?

La vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz, parece haber tirado la
toalla. Después de estar meses y meses hablando de su proyecto
neocomunista, sí algo muy parecido al eurocomunismo que en los años
80 trató de engatusar a la opinión pública para luego destaparse como
comunismo de toda la vida, dice ahora que no le da tiempo a presentarse
a las elecciones autonómicas y municipales del próximo 28 de mayo.
La capacidad que tienen los comunistas para tratar de manipular a la
opinión pública es asombrosa.

Podemos se presentó a las elecciones europeas de 2014 con apenas unos meses de vida. Tan solo fue necesario el ruido de ciertos medios y de los que se hicieron llamar indignados, pero que con el tiempo demostraron que eran en su mayoría unos vividores de la política que lo único que les ‘quemaba’ era el hecho de que hubiese gente con mayores salarios, chófer y casoplones. Cuando llegaron ellos, emularon a sus aborrecidos y se comportaron como auténticos tiranos.

Por eso los comunistas históricamente siempre han sido republicanos y
anticlericales. Son ellos quienes aspiran a convertirse en reyezuelos o
papas para que no haya nadie por encima y poder ejercer el poder
despóticamente. Para alcanzar dicho objetivo siempre se rodean de un
ejército de cortesanos, pelotas y de arietes que les ayudan en su
cometido para finalmente deshacerse de ellos políticamente.
A Yolanda Díaz se le han ido cayendo algunos de sus principales
valedores. Ni que decir que ya no queda prácticamente nada de la
puesta en escena que la vicepresidenta puso en marcha en Valencia
hace ya unos meses acompañada de las malogradas Mónica Oltra y Ada
Colau.

De la primera, ya no queda ni rastro. Ha sido fulminada políticamente tras la oprobiosa ocultación de los abusos sexuales de su marido a una menor tutelada desde el departamento que ella dirigía y ha demostrado un mísero comportamiento tras conocerse que fue su consejería la que trazó un plan para arrebatarle el bebé a la víctima objeto de los abusos de su pareja. Sobre Ada Colau, está también imputada por partida doble tras conocerse los supuestos tratos de favor y tráfico de influencias, así como posible malversación de fondos públicos, para salir en ayuda económica vía subvenciones de ONGs y fundaciones donde tiene a sus amigachos o donde estuvo atrincherada laboralmente para llegar a los cielos del ayuntamiento de Barcelona.

A día de hoy, Barcelona y Valencia son dos claros ejemplos de lo que
nunca debe hacerse en política como verdaderos casos de nefasta
gestión. Mientras las dos lideresas de ambos territorios estuvieron ahí,
fueron la clave de bóveda del neocomunismo representado por Yolanda
Díaz. Ahora que no están, la plataforma conocida como ‘Sumar’, se desmorona territorialmente. La izquierda española va a pasarlo mal hasta las próximas elecciones y la fiel escudera del sanchismo en su ala más a la izquierda es consciente de ello. Su situación pinta bastante mal una vez purgado el secretario general del Partido Comunista del gobierno por su antigua camarada Ione Belarra. Si a Podemos le ocurre en las generales algo parecido a lo acontecido en las pasadas elecciones andaluzas, corre un riesgo evidente de supervivencia. Si rompen sus acuerdos con los comunistas entre quienes hay que incluir a la propia Yolanda Díaz se propiciaría una fragmentación tal que su peso parlamentario sería ridículo.

La única opción, pero no menos arriesgada para Yolanda Díaz, sería salir
del gobierno, marcar distancias con Pedro Sánchez y con sus antiguos
amigos de Podemos. El precio podría ser muy alto. ¿Quién acaso duda
ahora de que Yolanda Díaz representa lo peor del sanchismo y de los
peores años de la historia reciente de España?