Opinión

¿Quién se iba a pensar lo del voto por correo?

¿Quién se iba a pensar que en la España de 2023 se pudiera montar un follón como éste, que hiciera que, según Comisiones Obreras, ayer lunes hubiera todavía un millón de españoles que han solicitado votar por correo y a tres días de que termine el plazo aún no hubieran conseguido hacerlo? ¿O que hoy martes, Correos reconozca que tiene casi medio millón de papeletas que no ha sido capaz de entregar a sus destinatarios, porque dicen que no los encuentran en sus domicilios? ¿O que muchos españoles residentes en el extranjero estén denunciando que los retrasos que está habiendo en la entrega de la documentación están provocando que vayan a quedarse sin votar? ¿O que hayan pasado semanas en las que toda la prensa ha estado diciendo que teníamos que indicar como domicilio para que nos enviaran la documentación, aquel en el que fuéramos a encontrarnos desde el 3 hasta el 16 de julio y que el lunes la Junta Electoral aclarase que hasta el día 20 todavía puede estar Correos entregando esta documentación?

¿Quién se iba a pensar que tenemos un Estado tan eficaz cuando quiere y tan ineficaz para esto? Como ayer explicó Santiago Abascal: «Un Estado tan eficaz para perseguir al ciudadano por la infracción más leve, como cuando aparca mal, que saben que el coche es suyo porque lo tienen en la base de datos, le llega la multa a casa y si no puede pagarla porque no alcanza a pagar la factura de la luz, le llega el embargo, porque también saben su cuenta. El Estado es eficacísimo. Y resulta que el Estado es completamente ineficaz, yo creo que de manera voluntaria, para hacer que medio millón de españoles puedan ejercer su principal derecho político». ¿Es lógico pensar que todo este follón con el voto por correo es intencionado, como dice el líder de Vox, o eso le acerca al trumpismo, como afirman los progres? Retrocedamos muy pocos años atrás y veamos lo que pasó las últimas veces que el PSOE ganó unas elecciones en España.

Una semana antes de las elecciones del 14 de marzo de 2004 todas las encuestas daban como seguro ganador al Partido Popular y la única duda es si conseguiría renovar la mayoría absoluta lograda el año 2000 por Aznar. ¿Quién se iba a pensar que el mayor atentado terrorista de la historia, cometido 3 días antes de las elecciones, iba a provocar que se suspendiera la campaña electoral hasta que, en plena jornada de reflexión, las sedes del PP fueran rodeadas de manifestantes y el responsable de Estrategia Electoral del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, aprovechase para dar una rueda de prensa ilegal en la que pronunció una frase que quedó grabada para la historia, diciendo que «los ciudadanos se merecen un gobierno que no les mienta»; y con todo eso no se iban a suspender las elecciones del día siguiente en las que, contra todo pronóstico, José Luis Rodríguez Zapatero se alzó con la victoria?

Cuatro años más tarde, en las elecciones de marzo de 2008, cuando ya eran evidentes los efectos de la crisis económica que Zapatero y su ministro de Economía Pedro Solbes se esforzaban en negar mientras todas las encuestas pronosticaban algo muy cercano al empate técnico entre Zapatero y Rajoy, ¿quién se iba a pensar que ETA iba a irrumpir sangrientamente en la campaña electoral asesinando al exconcejal socialista de Mondragón, Isaías Carrasco, provocando de nuevo que se suspendiera la campaña, se anularan todos los actos de cierre previstos y que de nuevo contra todas las predicciones, Zapatero volviera a ganar las elecciones? ¿Quién se lo iba a pensar?

Quizá la pregunta no esté siendo la correcta. Es posible que lo que nos tuviéramos que haber preguntado es cómo se puede confiar en un PSOE liderado por un presidente embustero, endiosado, narcisista, maquiavélico, carente de toda empatía y de remordimientos; que ha convocado elecciones con media España de vacaciones y teniendo al frente de Correos a un acreditado incompetente, cuyo único mérito es haber sido el amigo personal que le acompañó en la gira que se hicieron en coche para conseguir la secretaría general del partido en las primarias de mayo de 2017. Una vez visto lo que ha pasado debemos concluir que no se podía confiar en un voto por correos en manos de Pedro Sánchez y hacernos cruces con lo que todavía puede pasar de aquí al domingo.