Propaganda Sánchez S.A.

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Conforme avanza la legislatura vamos descubriendo algunas de las claves seguidas por el gobierno socialcomunista para perpetuarse en el poder si los españoles no lo impiden. Las primeras semanas se habló de la estrategia “tinta de calamar” consistente en invadir el discurso político con una cantidad tan ingente de temas que se busca desarmar, por un lado, a la oposición y desbordar, por el otro, a la ciudadanía de forma que la gente pierde la perspectiva y la noción sobre la relevancia del debate. No es lo mismo sacar adelante el reconocimiento de la eutanasia, al tiempo que se habla de las demandas del campo español, de la negociación con Cataluña, de la apología del franquismo, de la reunión de Ábalos con la violadora de derechos humanos Delcy Rodríguez, etc. En todo este maremágnum de confusión, el español se descoloca e incluso es impulsado a la desafección.

Esta semana en la primera sesión de control al gobierno -me resulta inconcebible que un gobierno surgido hace un mes se pase todo ese tiempo sin someterse a control parlamentario mientras las situaciones de escándalo se repiten si cesar- se apreció con total claridad que ante las preguntas de la oposición la estrategia a seguir sea la práctica de evasivas y la elusión del debate. Si un miembro del PP, Ciudadanos o Vox pregunta por A, el gobierno no responde con A, sino que echa mano de circunloquios vacuos y sin contenido. Por ejemplo, el ministro Ábalos, aún acorralado por el ‘Delcygate’ a pesar de la legión de corifeos de carné y claque del hemiciclo que posee, al ser cuestionado por su insensato encuentro con la torturadora venezolana replicó: “Este ministro y el Gobierno del que forma parte tenemos un firme compromiso con la democracia y la Constitución española”. Y se quedó tan ancho.

Es fácilmente detectable el desdén de este gobierno hacia algo tan anglosajón como la ‘accountability’ o rendición de cuentas. Cuando un miembro del gobierno se chotea del conjunto de la ciudadanía afirmando, después de haber repetido mentira tras mentira, que le había tocado ejercer de ‘salvapatrias’ ante la número dos del tirano Maduro y que poco menos que le tendríamos que estar agradecidos, se aprecia que ni la transparencia, ni las explicaciones, ni la rendición de cuentas van a pasar por ser las grandes aportaciones del gobierno Sánchez a la historia de su gobierno. Añádase el ensoberbecimiento, narcisismo y adanismo de un presidente que se permite romper con una tradición de 15 años para no ofrecer la tradicional rueda de prensa de final de año pasado, evitar preguntas de los periodistas y escabullirse de las comparecencias siempre que puede.

El acoso a la oposición, propio de los regímenes dictatoriales, es una iniciativa puesta en marcha también por los estrategas de la propaganda y manipulación al servicio de este gobierno. La entrevista, más bien encerrona, que al líder de VOX Santiago Abascal, le aplicó este jueves la fiscalía, ministerio público o TVE era como estar viendo TeleSur de Venezuela. Un programa panfletario para la causa socialcomunista instalada en el Ejecutivo. Y si no hubo suficiente con la fiscalización desde la televisión que usted y yo pagamos a Abascal, al día siguiente toda la ralea de autodenominados ‘verificadores’ de ‘noticias falsas’ se dedicaron a atizarle con la justificación de que sus declaraciones fueron una concatenación de ‘fakes’.

La manifestación de los agricultores en varias ciudades españoles de este viernes fue la consumación de la propaganda oficial. Allí pudimos encontrarnos a numerosos dirigentes socialistas y de Podemos, como si la crisis del campo español no fuera con ellos ni con sus compañeros de ministerio y coche oficial. Fue Aristóteles quien descubrió en su Metafísica el Principio de no Contradicción, es decir, que algo no puede ser y no ser al mismo tiempo. Así fue durante más de 2.300 años y así se estudia en Filosofía. Hasta la llegada de Sánchez y su gobierno.

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