El problema de la inteligencia artificial: los humanos
En los últimos dos años hemos sido testigos de una explosión tecnológica sin precedentes, que ha venido definitivamente a cambiar el mundo tal como lo conocíamos. Algunas de esas novedades son:
Metaverso (Finales 2021)
Midjourney (2022)
Dall-E-2 (2022)
Chat GPT (2022)
Cada uno de estos desarrollos tecnológicos pertenece o está estrechamente relacionado con la inteligencia artificial, y aunque hoy nos parecen muy asombrosos, aún estamos en la génesis de lo que esta tecnología nos deparará en los próximos cinco años. Sin embargo, cada vez que leo en un artículo una frase del tipo «estamos ante el final de la especie humana a causa de la inteligencia artificial», escrito muchas veces por alguien que no sabe mucho de tecnología, acabo pensando que el gran problema de la tecnología somos los humanos.
Vivimos un mundo en el que cada día hombres y máquinas estamos más estrechamente conectados. La tecnología ha evolucionado tanto, que hemos avanzado más en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad; y sin embargo, las personas pretendemos seguir interactuando con las máquinas, desconociendo de manera deliberada el uso o las intenciones de éstas. Vamos, que no nos enteramos, o lo que es peor, no queremos enterarnos.
Y no se trata de que todos nos volvamos ingenieros o informáticos; se trata de que asumamos que el tiempo que nos ha tocado vivir exige que pensemos qué significa ser humano en la era de la inteligencia artificial. Y algunas de las primeras conclusiones a las que deberíamos llegar, es que no podemos seguir consumiendo tecnología sin tener un mínimo conocimiento de ésta, o sin saber para qué sirve (intenciones) o para qué la queremos. ¿O acaso antes de tener un coche no tuviste que aprender a conducir y aprobar un examen?
Las tecnologías, al igual que los humanos, van transformándose con el tiempo, y ninguna de las anteriormente mencionadas está terminada. Todos estos desarrollos tecnológicos se encuentran en versión beta, es decir son bebés, y se lanzan así con el propósito para detectar posibles errores o mejoras; cada vez que le pides -por ejemplo- una imagen al Midjourney, estás entrenando al sistema.
Una versión beta funciona en forma de laboratorio, y sirve a sus creadores para entender el posible uso final (cómo nos la van a vender), porque la tecnología cambia de acuerdo con nuestras necesidades. No olvidemos que Facebook nació como una red social para conectar universitarios.
Pero claro, una versión beta -como cualquier bebé- desconoce el mundo en el que vive, y por ello sufre grandes problemas de seguridad, privacidad, de recolección de información, etc., es decir, problemas que a larga atentan contra la ética humana, y que nosotros estamos ignorando por el uso sin control.
Hoy que está de moda el Chat GPT, en lugar de profetizar el «fin de la educación» deberíamos estar pensando cuál va a ser nuestra posición ante esta tecnología. Y no dudo por un momento que nos afectará (¿transformará?) de alguna manera, pero si creo que tenemos la oportunidad de convertirla en una herramienta a favor de la humanidad. Y en el caso de la educación, también creo que ya era hora de que “algo” nos obligara a transformar el actual sistema, ya que aún seguimos enseñando como se hacía en el siglo XIX.
Tal vez la inteligencia artificial esté aquí como un medio que nos permita re-pensar no solo la educación, sino nuestro futuro como especie; pero no podemos olvidar que esta misma inteligencia artificial ha sido creada por humanos, y como tal no es perfecta.
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