Opinión

El PNV también ganará por penaltis

  • Carlos Dávila
  • Periodista. Ex director de publicaciones del grupo Intereconomía, trabajé en Cadena Cope, Diario 16 y Radio Nacional. Escribo sobre política nacional.

Las edurnes aldeanas y los aitores urbanitas le darán la victoria a la desesperada. Por penaltis, como el venerado Athletic. Ya lo verán, como en el año 2000. Pero la última encuesta -extraoficial, porque las oficiales no llegarán hasta el domingo que viene- revelan, sin embargo, la primacía de Bildu sobre el PNV, empate a 27-28 escaños con  los etarristas por encima en votos. El PSOE se queda en 10 y el PP roza las 7-8 representaciones. O sea, repetición de la jugada de hace cuatro años: gobierno de coalición en Vitoria con Otegi largándole el aliento en el cuello al sosísimo Pradales Gil.

Es curioso: ¿cómo se come esto? Resulta que el 67 por ciento de la población se confiesa vasca y española, sólo el 23 por ciento únicamente vasca y el 6 por ciento restante española en soledad. Los casi dos millones de electores que el domingo 21 acudirán a las urnas se pronunciarán, sin embargo, por opciones claramente independentistas. Si se pudieran rescatar los casi doscientos mil vascos que huyeron del País Vasco durante los años de plomo, el resultado -le dice al cronista un sociólogo que se ha cansado de realizar sondeos en el Norte- sería otro, pero el PNV nunca ha tomado la iniciativa de devolver a su tierra a los perseguidos por ETA.

Hoy, disfrazados de Bildu. Otegui y Ochandiano van por el mundo de reconvertidos y moderados pero, ¡qué va!, son los mismos: Plá, el pistolero que anunció el fin de las matanzas, ahora se refocila ante la siguiente realidad: «Hemos conseguido todas las exigencias de la Alternativa KAS». La Koordinadora Abertzale Sozialista, ¿se acuerdan? Incluía un último chantaje: la expulsión de todas las fuerzas de seguridad, Ejército incluido, de Vitoria para abajo. Pues bien: esa es la cesión que Sánchez está dispuesto a otorgar a los pistoleros de antaño para continuar, él  y su Begoña del alma y de los negocios, en la Moncloa.

Los sindicatos ELA -antiguo nacionalista fundado por un cura- y LAB -puro ETA- apoyan a los chicos de Bildu que ahora desfilan disfrazados por la Gran Vía de Bilbao. Y es que Bildu ya parece el PNV de antes, y éste, el de ahora, patrocina leyes como la transgénica, y posturas, el apoyo a los palestinos, a Hamás también, que hasta hace pocos años resultaban ajenas al cuerpo ideológico de los sabinianos. Y en el PNV de toda la vida estos virajes abren ronchas: lean, si no, a un tal Xabi Larrañaga, que denuncia esta conversión en el Diario de Noticias, el libelo nacionalista de Navarra.

Mientras, el sosísimo Pradales va gritando a los electores que «elijan Euskadi»; y Sánchez, aupado en el caballo de Franco, nubla al pobre Andueza, su candidato, al que no conoce -es una muestra cierta- ni un tercio del gentío vascongado. Un personal que, de preguntarse algo, que no lo hace, debería plantearse esta interrogante: ¿Estamos ya en un sirimiri bilduetarra imparable? Otegi dice que sí, porque durante décadas -afirma- se han preparado para esta ventura, y la verdad es que en las tapias de Pancorbo para arriba ya no se ve ni una sola pintada que recuerde el genocidio reciente, sólo preocupa la violencia machista. ¡Qué paradoja!

Todo en el País Vasco es sorprendente, tal como las fotos de ex consejeros de Ajuria Enea -a la cabeza Joseba Azkárraga y un tipo del Opus, Rafael Larreina- que se sienten felices con asesinos al lado. Vienen estos sujetos de Eusko Alkartasuna (EA), el partido que fundó Carlos Garaicoechea cuando se fugó del PNV. Tienen dinero a montones y un patrimonio inmobiliario nacido del reparto que se hizo con sus  conmilitones tras la escisión. EA se quedó, por ejemplo, con los enormes batzokis de Rentería o del Casco Viejo de San Sebastián.

Y a todo esto, ¿cómo le va al PP y a su candidato Javier de Andrés en la campaña? Pues con apuestas arriesgadas que despistan un tanto a los suyos. Sin ir más lejos, este anuncio de Feijóo de que, llegado el caso, apoyarán un Gobierno PNV-PSOE para que Bildu no llegue al poder, es decir, como la frustrada experiencia de Collboni en Barcelona. ¿Con qué torrija se digiere esto? De Andrés no es, desde luego, de la estirpe del aspirante catalán Alejandro Fernández que no se calla una, pero seguro que no se siente cómodo presentándose de comodín. «¡Anda y que se cuezan en su propia salsa!», dicen los heroicos militantes del PP en Munguía o Beasáin, pueblos, por cierto, como éstos, por dónde está deambulando estos días el reaparecido Ibarretxe, aquel de «Euskadi, estado libre asociado». Comparte ya portadas con Zapatero, al que retrata así un socio peneuvista desde la antigüedad: «Le falta dar un mitin en un cotolengo». Literal, por la transcripción.