Opinión

La pasión epistolar de Pedro y Begoña: de las cartas «a la ciudadanía» a las cartas de recomendación

Entre las cartas «a la ciudadanía» de Pedro Sánchez y las cartas de recomendación de Begoña Gómez, el matrimonio que habita en la Moncloa se ha empeñado en recuperar el valor de la correspondencia epistolar. Cada vez que los tribunales de justicia le dan un disgusto a la pareja, Sánchez redacta una carta que, en este caso, no ha tenido el impacto de la primera -cuando amenazó falsamente con dimitir-. Lo grave de la última misiva es que Sánchez no se corta a la hora de sugerir que el juez que ha imputado y llamado a declarar a su mujer por un presunto delito de tráfico de influencias está utilizando los tiempos para tratar de influir en el resultado de las elecciones del domingo, que es tanto como acusarle de lawfare-término que el PSOE ha comprado al separatismo catalán-.

Dice Sánchez que «resulta extraño» que la citación se produzca «sólo cinco días antes de que se celebren elecciones al Parlamento Europeo». Por supuesto, el presidente recurre de nuevo a su mantra favorito: «No hay nada detrás de esta acusación, sólo un zafio montaje impulsado por las asociaciones ultraderechistas demandantes». Parece obvio que el jefe del Ejecutivo está dispuesto a tirar de victimismo para excitar el voto de la izquierda en vísperas de las elecciones europeas. Lo grave no es que Sánchez haya descubierto el valor del género epistolar, sino su malintencionado intento de trasladar a la opinión pública su desconfianza en la justicia, que es tanto como dudar de uno de los pilares de nuestro Estado de Derecho. El presidente del Gobierno se está comportando del mismo modo que los políticos catalanes condenados por subvertir el orden constitucional: poniendo en tela de juicio la independencia judicial. Ya nada sorprende en la reacción del presidente del Gobierno. Sus cartas le delatan: no tiene límites y está dispuesto a cualquier cosa con tal de seguir en el poder.