«En El Pardo lo vamos a quemar»: de aquellos polvos, estos lodos

«En El Pardo lo vamos a quemar»: de aquellos polvos, estos lodos

Si lo que trataba Pedro Sánchez con la exhumación de Franco era generar tensión -como Zapatero cuando le reconoció a Iñaki Gabilondo por mor de un micrófono indiscreto :»¿Qué pinta tienen los sondeos presidente?».»Bien, sin problemas, lo que nos conviene es que haya tensión»-, parece evidente que el socialismo ha excitado los instintos más bajos de los sectores más radicales de la izquierda. La Iglesia del distrito Fuencarral-El Pardo ha sido atacada con pintadas ofensivas en su fachada y en su patio interior. «Estáis manchados de sangre», «Viva el Frente Popular», «Asesinos fascistas», «Nazis» y «En El Pardo lo vamos a quemar», dejaron escrito los valientes.

Que el Gobierno ha utilizado la figura del dictador como coartada electoral para dividir a la sociedad y desatar los odios superados del pasado es una evidencia. No se ha movido por criterios de justicia, dignidad o solidaridad, como presume, sino por mera conveniencia partidista. Su discurso en la ONU asegurando que la democracia sería plena en España cuando en breve Franco saliera del Valle de los Caídos, amén de una aberración histórica y una ofensa al espíritu de concordia que trajo la Transición, no es más que un burdo ardid electoral.

Por supuesto que el Gobierno no está detrás de la profanación del templo madrileño, pero sí que ha generado el caldo de cultivo para que la izquierda más extrema aproveche la coyuntura de tensión que buscaba el Gobierno socialista para dar rienda suelta a sus ansias de revancha. Franco ha sido el instrumento que ha permitido al Ejecutivo excitar el ambiente social para crear la división que anhelaba. Una irresponsabilidad impropia de un partido de Gobierno.

Lo ocurrido en la Iglesia madrileña no es por casualidad. Cabe desear que se trate de un ataque aislado, pero el clima no invita al optimismo, porque el Ejecutivo no va a cejar en su empeño de rentabilizar políticamente la exhumación del dictador para vender la idea abyecta de que sólo a partir de ahora habrá verdadera democracia en España.

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