La orfandad de la democracia
Es justo el día en que los nuevos ministros de Pedro Sánchez reciben sus simbólicas carteras de manos de sus antecesores —imagen de la felonía de un presidente, capaz de pisotear la memoria de la Transición a cambio de siete votos para garantizarse la permanencia en el poder— cuando nos llega la triste noticia.
Jerónimo Saavedra, mente preclara del socialismo español e histórico dirigente del PSOE, ha fallecido en su casa de Las Palmas, a los 87 años de edad. Hábil negociador, hombre dialogante y de consenso, fue una de las figuras clave de nuestra democracia.
Saavedra fue el primer presidente del Gobierno de Canarias (1983-1987 y 1991-1993), alcalde de Las Palmas (2007-2011); dos veces ministro con Felipe González, de Administraciones Públicas (1993-1995), y de Educación y Ciencia (1995-1996); diputado en el Congreso, senador por designación autonómica, diputado autonómico, secretario general y presidente del PSC-PSOE, miembro del comité ejecutivo de UGT y Diputado del Común —el Defensor del Pueblo canario— entre 2011 y 2018.
Jerónimo era un hombre del Renacimiento, un gigante intelectual de mente brillante, vasta cultura y docta conversación, cuya mera comparación con el nivel de nuestra actual clase política haría sonrojar a cualquiera. Profundo conocedor de la Historia, era un melómano empedernido, que asombraba con sus conocimientos de música clásica, ópera y zarzuela. Era miembro del patronato del Teatro Real de Madrid y una de las salas del Auditorio Alfredo Kraus lleva su nombre.
Hace solo unas semanas, me regalaba y dedicaba el libro Diez paseos con Jerónimo Saavedra, obra escrita por Jose A. Luján, que atesora las vivencias y pensamientos de un hombre que supo vivir fiel a sus principios y sensibilidad. Más creyente que religioso, fue defensor del humanismo cristiano, lo que no le impidió abrazar la logia, convencido de que se puede ser cristiano y masón en favor del libre pensamiento. Tampoco dudó en revelar su condición sexual, quince días después de que su compañero, con el que llevaba diez años, perdió la vida, el 28 de agosto de 2000, en un accidente de tráfico en la localidad palmera de Mazo.
Jerónimo Saavedra Acevedo, nacido en Las Palmas el 3 de julio de 1936, en una España convulsa a punto de sufrir una guerra que desgarraría nuestra nación, ha cerrado los ojos para siempre el 21 de noviembre de 2023, justo el día en que los nuevos ministros de Sánchez ocupaban sus cargos, tras un acuerdo que suponía la demolición de la herencia de nuestra Transición. Pura simbología de la deriva del Partido Socialista en el epitafio de un hombre que siempre defendió la libertad, el consenso y el diálogo. Hoy, la democracia se queda un poco más huérfana.
Descansa en paz, querido amigo.
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