La olvidada Cuba
Lo peor que le puede pasar a alguien es generar indiferencia. Para bien o para mal, cuando algo está en el centro de la polémica o de la vida, no deja de crear interés. Cuba está actualmente fuera de todos los focos. Ciertamente el mundo vive al borde del sincope por Trump, Putin, Ucrania, Gaza y las guerras que azotan las geoestrategias. Y la Perla del Caribe parece haber salido de escena.
Esta semana se celebra, una impostura más, un nuevo Festival del Habano en Cuba. Nuevamente se montará un escaparate, cena de gala incluida con los aires acondicionados más fuertes que uno haya podido vivir, para que los mercaderes del tabaco exhiban sus poderes. Que de otra parte ahora domina un fondo de inversión chino. Mientras tanto, en la isla hay cortes de suministro eléctrico que en ocasiones superan las 20 horas diarias. En Cuba ya no hay prácticamente de nada, y los alimentos básicos no alcanzan ni para el mercado negro. Lo que incluye, vaya tela, hasta el azúcar.
El lamentable gobierno de Díaz-Canel, un epílogo siniestro del peor castrismo, se inventó como última astracanada en 2021 la denominada Tarea Ordenamiento, que consiste prácticamente en intentar controlar la inflación y al final dolarizar la economía. Con 35 dólares al mes viven los cubanos. Esto es, del aire. Y como es un régimen comunista, esto vale para un médico o para un camarero.
El declive del régimen cubano, del que ya no parecen ocuparse los intelectuales progresistas de guardia -siempre al rescate del milagro de ese país que tanto se ha cantado-, supone una crisis de valores inaudita. No es un tópico, pero el cubano vive en una cárcel de soledades. A uno le llama siempre la atención cuando ha ido a Cuba, la cantidad de gente natural de ahí que no ha salido en toda su vida de la ciudad y no conoce el resto de la isla. Ni pisado alguno sus propias playas. En todo este laberinto de escasez y de ruina económica, la sanidad empieza a ser una quimera, por no tener lo más urgente, y la antaño buena educación está mermada, e incluso se suspenden clases ante la falta de luz.
La crisis energética no es más que la punta de iceberg de una economía raquítica, sin infraestructuras debido a la falta de inversión y mantenimiento, y a la ausencia de proyección futura de las energías renovables que podían ser la solución de un territorio como el cubano. Además cuando se acaba la manguera, y esto no es una metáfora sino una realidad relativa al combustible, de Rusia o Venezuela, el desastre está servido.
La propaganda del régimen nuevamente consiste en reclamar esfuerzo, eliminar subsidios, suspender actividades laborales no esenciales, y con la apelación a los denominado planes de contingencia; se llega a exigir, no sabemos cómo, que las empresas usen energías renovables en un plazo de tres años.
De la patria o muerte de Castro, a la patria y vida de la oposición. Aunque para paradojas y sarcasmos a este lema también se punta el actual gobierno cubano que no es capaz de dar la mínima esperanza a sus compatriotas. Cuba cada vez más igualitaria, pero en la miseria.
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