Opinión

A Mónica García se le acaba el chollo

Hay una cosa que caracteriza a la izquierda: su ‘implacable’ defensa de lo público y su oposición firme a que se haga un uso privado de lo que, por definición, es de todos. ¿Qué es eso de que un bien público sea explotado de forma privada?, diría el socialcomunismo de cualquiera que disfrutara de un chalet construido sobre terrenos que hace más de un siglo fueron cedidos por el Gobierno de entonces para uso y disfrute de unos pocos privilegiados. Pondría el grito en el cielo y exhibiría pancartas reivindicando el derecho de todos los vecinos, oponiéndose a que unos pocos siguieran disfrutando de sus viviendas levantadas sobre terrenos que, con la normativa actual, están protegidos y no son urbanizables.

Eso es, exactamente, lo que ha ocurrido con los terrenos en los que se erige el inmueble de la ministra de Sanidad, Mónica García, en la colonia de Camorritos del pueblo madrileño de Cercedilla. Dichos terrenos son una concesión pública que data de principios del siglo XX y lleva caducada cinco años. Durante este tiempo, incluso, han quedado exentos de pagar el IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles). Mónica García es titular de una tercera parte de esta vivienda heredada de sus padres en una  finca de más de 2.000 metros cuadrados. Tendrá que entregar las llaves del inmueble, como tendría que hacer cualquiera que se encontrara en una circunstancia parecida: cumplir la ley, pues está prohibido que haya chalets construidos en un monte de utilidad pública una vez caducada la concesión en el año 2019. ¿Por qué? Pues porque los terrenos se encuentran en suelo no urbanizable de protección, por lo que no cabrían nuevas concesiones o prórrogas. Esta es la historia. Por coherencia ideológica, la primera que tendría que aceptar la situación es Mónica García. Porque si no fuera ella, la izquierda que ahora calla diría aquello de ¿y de qué te quejas si tu familia ha disfrutado durante muchos años de un chalet construido en suelo público?