Opinión

El misterioso caso de las mascarillas catalanas

  • Xavier Rius
  • Periodista y cofundador del diario E-notícies. He sido redactor en La Vanguardia y jefe de sección del diario El Mundo. Escribo sobre política catalana.

¿A ustedes no les extraña? No deja de ser curioso que ni Junts ni Esquerra pidan explicaciones sobre el caso Koldo. Ni siquiera de Gobierno a Gobierno. No suele ser habitual. Pero si el Gobierno fuera del PP, me juego una mariscada en La Chalana que el Gobierno de ERC estaría exigiendo transparencia. Sí, ya sé que acaban de pillar la amnistía. Y que ya han dicho que después «viene la autodeterminación».

Pero en un caso de debilidad extrema podrían apretar más. Incluso podrían aludir a aquello del «Espanya ens roba» («España nos roba») con las mascarillas. O hurgar todavía más en Salvador Illa, que ha empezado a salir en los papales. ERC pidió el lunes pasado explicaciones al candidato del PSC y el martes Salvador Illa aprobaba los Presupuestos de la Generalitat. Un balón de oxígeno para Esquerra. No sé qué pensar.

Aunque lo cierto es que no me extraña el manto de silencio. En temas de corrupción aquí vamos sobraos. Recuerdo que hace años, La Vanguardia publicó los casos que afectaban a Convergencia. Tampoco le dieron mucha coba. En página par. Fue exactamente el 11 de febrero del 2016, en pleno proceso, y ya salían una decena de investigaciones judiciales entre la familia Pujol, las ITV, el Palau de la Música, el 3% y otros.

No me cabe duda de que tapar la corrupción fue uno de los detonantes del proceso. Al fin y al cabo, a los de CDC los pillaron con seis millones desviados del Palau de la Música. Al PP, el caso Gürtel -que le costó La Moncloa a Mariano Rajoy- fue 249.000 euros.

Además, está el misterioso caso de las mascarillas catalanas. Recuerdo aquel titular de «La Generalitat denuncia una estafa de 35 millones en la compra de material sanitario». «El pago fue paralizado por las entidades bancarias, al desconfiar del proveedor contratado, Basic Devices», rezaba el subtítulo (El País, 22 de marzo del 2020).

La noticia había saltado unos días antes: «35 millones a dedo para una empresa desconocida: el contrato «temerario» de la Generalitat que cuestiona Antifraude». «El órgano de control catalán alerta sobre la falta de garantías de una millonaria compra de urgencia de material sanitario durante la primera ola», añadía (22 de febrero de 2020).

O esta otra posterior, del 2 de julio del 2022: «Tres avales y un mismo administrador: así cobró Basic Devices 35 millones a la Generalitat por la compra de mascarillas. El proveedor de material sanitario de la Generalitat contactó con altos cargos y con la esposa de Torra para desbloquear la operación».

Llegué a leer alguna información en La Vanguardia pero pequeñita, de la medida de un despiece: «Anomalías en las compras del Institut Català de la Salut». En fin, ya ven. Aunque el mejor titular fue el de e-notícies, digital que yo me preciaba entonces de dirigir: «La Generalitat retiró la denuncia contra la empresa de las mascarillas en tres días. La Oficina Antifraude dice que el contrato fue un ‘acto de temeridad’».

Pregunté, en plena pandemia, durante alguna rueda de prensa de esas que organizaban durante ese trágico período. Como las de La Moncloa, pero en versión catalana. Nunca saqué el agua clara. La versión oficial es que todo se había aclarado. Pero he de decir que la consejera de Esquerra, en este caso Alba Vergés, contestaba con menos entusiasmo que sus colegas de Junts. Desde luego esto no tiene nada que ver con Salvador Illa, aunque cada vez salgan más informaciones sobre el ex ministro. Las últimas de este mismo jueves.

Yo, siendo ex titular de Sanidad, no estaría tranquilo viendo lo que está cayendo. Hasta ahora se las prometía muy felices. Estaba convencido de que la presidencia de la Generalitat caería como fruta madura. No en vano ya ganó las elecciones del 2021 con 654.000 votos, el 23%. Frente a los 605.000, el 21,30% de ERC. Casi 50.000 votos más, aunque ambos empataron en escaños. En las municipales también recuperaron una alcaldía tan emblemática como la de Barcelona en detrimento de ERC.
Pese a que, en este caso, contaron con una ayudita del PP, que prefirió a Jaume Collboni en vez de Xavier Trias. El alcaldable de Junts se había llevado hasta a los nietos para que vieran como el abuelo recuperaba tan ilustre cargo.

Por si fuera poco, Aragonès se ha quedado sin sus socios parlamentarios naturales (ERC y la CUP). Tanto los anteriores Presupuestos como estos ha necesitado al PSC. Bueno, ahora los Comunes se hacen de momento el remolón. Yo creo que por un ataque de cuernos. Illa, en otras palabras, creía que sólo con el pasar página y el pelillos a la mar tenía al alcance la presidencia de la Generalitat, y que podría gobernar con el apoyo de Esquerra gracias a los favores realizados.

En política, los favores no se devuelven, debería recordar el dirigente socialista. Y visto lo visto, yo ya no estaría tan seguro de que sea el próximo presidente de la Generalitat.