Opinión

Menos mordaza y más trabajar

Impedir o dificultar el trabajo de los periodistas es impedir y dificultar el correcto desarrollo de la democracia, ya que el desempeño de los medios de comunicación es imprescindible para conocer la verdad que se esconde tras la aparente realidad. Si finalmente prospera la iniciativa de prohibir que los redactores puedan hacer fotos en los pasillos del Congreso de los Diputados, estaremos dando pasos de gigante hacia atrás en dos de nuestros principios más sagrados: el derecho a la información y la libertad de expresión. Derechos esenciales no ya para los medios de comunicación sino para cualquier ciudadano español. Sería especialmente simbólico que esa medida se tomara en la gran casa de todos los españoles donde, según la propia Carta Magna, reside la soberanía nacional que emana del pueblo. Un pueblo que merece conocer todos los detalles de la actividad pública que acontece en la Cámara Baja, lugar donde se toman las decisiones que inciden en sus vidas. Por eso, sería inadmisible que desde la institución trataran de cercenar esa libertad.

Menos aún si todo esto viene propiciado a raíz de una información exclusiva y absolutamente rigurosa de OKDIARIO, que captó con pericia una bronca en el grupo parlamentario del PSOE con Soraya Rodríguez y un partidario del ‘no’ a la investidura de Mariano Rajoy como protagonistas. Cada detalle, cada matiz de lo que allí ocurre, es un termómetro imprescindible que refleja la salud del país. El trabajo libre de los periodistas supone, por tanto, una tarea imprescindible para que los ciudadanos conozcan bien el contexto en el que habitan. Especialmente hoy en día, con un Parlamento atomizado en el que los hechos acaecen en cantidades industriales y a la velocidad de la luz. Ya supuso una iniciativa cuestionable acotar el trabajo de los fotógrafos dentro del hemiciclo y prohibir cualquier tipo de instantánea fuera de ese perímetro. Esto, simplemente, sería definitivo para la credibilidad de nuestras instituciones públicas. Al fin y al cabo, sus señorías no tienen nada que temer si ejercen con rigurosidad su trabajo y se olvidan, por ejemplo, de otras cuestiones más etéreas como selfies varios, conversaciones vía móvil o ‘lúdicas’ partidas de Candy Crush.