Opinión

Marlaska entrega la cabeza de la Policía Nacional al separatismo catalán

Resulta sencillamente inexplicable que el Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska haya decidido no reemplazar a los comisarios de la Policía Nacional en Cataluña cuando se jubilan, generando de este modo un vacío de poder al recurrir a inspectores jefes e incluso inspectores para gestionar no pocas comisarías.

Detrás de este movimiento -no nos engañemos- hay una estrategia consistente en dejar a la Policía Nacional únicamente para gestionar documentación y Extranjería. En suma, que sus tareas se conviertan en meramente administrativas, dejando que sean los mossos d’Esquadra quienes se ocupen de la lucha contra la delincuencia y la criminalidad.

Lo cierto es que pese a las amenazas por el terrorismo yihadista, a la Brigada Provincial de Información se la está reduciendo efectivos de manera progresiva. Lo de Cataluña es insólito, porque en otros territorios de España, los mandos -cuando les llega la edad de jubilación- son reemplazados rápidamente, lo que demuestra que estamos ante un plan trazado a conciencia para que la Policía Nacional se quede para labores meramente burocráticas en un futuro próximo.

En las comisarías catalanas se están saltando uno o dos eslabones de mando y sobrecargando al personal de la escala ejecutiva «con una responsabilidad que no les toca en el puesto que ocupan», ya que los inspectores e inspectores jefe asumen las funciones de los comisarios sin que les sea reconocido el pago de las retribuciones complementarias de la categoría y el puesto que desempeñan.

Ejemplos hay muchos: las comisarías de Hospitalet de Llobregat, Cornellá de Llobregat y Vilanova i la Geltrú están siendo gestionadas por inspectores jefes, mientras que las de Mataró, Igualada, Vic, Manresa y Sabadell por inspectores. Asimismo, la Jefatura Superior de Policía de Cataluña, ubicada en la vía Layetana de Barcelona, pretende ser convertida en lugar de memoria democrática, un triunfo para los separatistas. En suma, Sánchez entrega la cabeza de la Policía al separatismo. La pura claudicación del Estado.