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En las inmediaciones del pantano del Quiebrajano, dentro del municipio de Valdepeñas de Jaén, se encuentra un ejemplar considerado como uno de los árboles más imponentes de Europa y Andalucía. Su localización en una zona de monte mediterráneo, rodeado de masas de quercíneas y coníferas de repoblación, brinda el marco ideal para entender la evolución del paisaje.
La declaración de este ejemplar como monumento natural a comienzos de siglo marcó un punto de inflexión en su conservación. Desde entonces, su entorno y su estructura se estudian como ejemplo de cómo las prácticas forestales tradicionales y la protección posterior determinan el aspecto actual de algunos de los árboles más imponentes que se conservan en la península.
¿Cuál se considera uno de los árboles más imponentes de Europa?
El conocido como Quejigo del Amo o del Carbón es el protagonista de este artículo y se sitúa en el suroeste de la provincia de Jaén, dentro de un monte donde las altitudes superan los 1.700 metros.
A pesar de la presencia de otras quercíneas como el alcornoque, este ejemplar de Quercus faginea destaca por un perímetro que ronda los 12 metros y por una edad estimada entre 500 y 1.000 años, según mediciones y estudios recogidos por distintas fuentes especializadas.
Antes de su declaración como monumento natural en 2001, figuraba bajo la categoría de árbol singular. Esta catalogación previa ya apuntaba a sus particulares dimensiones y a su relevancia para la vegetación mediterránea.
Se considera uno de los quejigos de mayor tamaño del territorio andaluz, motivo por el que aparece con frecuencia en estudios sobre árboles más imponentes de la región.
La huella del carboneo en uno de los árboles más imponentes de Andalucía
El aspecto del Quejigo del Amo se explica, en gran parte, por el carboneo tradicional. Esta práctica consistía en podar ramas para producir leña destinada a la elaboración de carbón vegetal. La repetición del proceso dejó un tronco muy desarrollado frente a unas ramas de menor extensión, una característica visible que aporta información sobre la evolución del árbol.
El carboneo se extendió durante siglos en amplias zonas de Andalucía y otras regiones peninsulares. El procedimiento incluía el apilado de la leña, su cobertura con tierra y la gestión del aire para controlar la combustión. La leña de Quercus era especialmente valorada por su capacidad calorífica.
Así mismo, el Quejigo del Amo conserva cicatrices de aquella actividad, integrándose así en la memoria material de un oficio que definió el aprovechamiento forestal tradicional.
¿De dónde viene el nombre de «Quejigo del Amo» y cuál es la tradición detrás de él?
El nombre de Quejigo del Amo procede del propietario de la finca donde se localiza, quien utilizaba su sombra como zona de descanso. La reiteración con que afirmaba su posesión terminó imponiéndose en el uso popular. Su denominación como Quejigo del Carbón, por otro lado, deriva directamente de su vinculación histórica con la producción de carbón vegetal.
Este ejemplar forma parte de rutas senderistas por quejigos centenarios de la Sierra Sur, en las que también se incluyen otros árboles de notable edad. El entorno inmediato está compuesto por un bosque de regeneración donde aparecen encinas, alcornoques y pinos carrascos y laricios, así como estratos inferiores con especies como el rosal silvestre o el espárrago.
Se trata de un paisaje mediterráneo típico en el que destaca un árbol cuyo porte lo ha situado entre los árboles más imponentes conservados en hábitats similares.
El quejigo como símbolo local y su proyección en la cultura
La relación del Quejigo del Amo con Valdepeñas de Jaén se ha reforzado con el paso del tiempo. Escritores como Antonio Gala hicieron referencia al ejemplar, subrayando su presencia en el imaginario local.
Además, la cooperativa San Isidro S.C.A. ha incorporado su silueta a la botella de un aceite de oliva virgen extra de cosecha temprana, integrándolo en la identidad visual del producto.
Las rutas que conducen a este monumento natural, ya sea desde el paraje del Chorrillo o desde el entorno de Pitillos, ofrecen un recorrido por espacios donde aparecen otros árboles centenarios.
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