Lo de Sánchez y el Sáhara es una cuestión de puro interés personal
Sánchez no aclara si su acuerdo con Rabat garantiza la españolidad de Ceuta y Melilla
Bildu y ERC pedirán en el Congreso un referéndum en el Sáhara que obligará al PSOE a «retratarse»
A estas alturas nadie duda de que el cambio de postura del Gobierno en relación con el asunto del Sáhara -plegándose a las exigencias de Marruecos- es un decisión personal de Pedro Sánchez, que escribió de puño y letra la carta que hizo pública Rabat en la que el jefe del Ejecutivo apoya sin fisuras el plan de autonomía de Marruecos para el territorio saharaui, quebrando la posición de España desde hace décadas. La pregunta es obvia: ¿Se está asegurando Sánchez alguna canonjía futura, algún puesto internacional de relumbrón, auspiciado por Estados Unidos? O dicho de otro modo: ¿Se ha rendido a Rabat a cambio de asegurarse un futuro profesional en algunos de esos organismos internacionales jugosamente retribuidos?
Lo de Sánchez con el Sáhara sólo puede obedecer a un interés personal. El Gobierno, incluso, ha dejado sin efecto el «Acuerdo entre el Reino de España y el Reino de Marruecos sobre la cooperación en el ámbito de la prevención de la emigración ilegal de menores no acompañados, su protección y su retorno concertado», por el cual nuestro país devolvía a Marruecos a los menores con padres identificados en la nación vecina. Ahora, eso ya no ocurre, motivo por el cual el PP presentó una enmienda que perseguía acometer los cambios normativos necesarios para habilitar un procedimiento legal para que los menas que se encuentran en situación de desamparo en España, y cuyos padres estén perfectamente identificados en sus países de origen, pudieran ser devueltos al seno familiar con todas las garantías legales, en atención al interés superior de los menores, en los términos contemplados en el acuerdo existente entre España y Marruecos que Sánchez se niega a cumplir para dar satisfacción a Rabat.
El PSOE se ha opuesto, porque la elevación a rango de ley hubiese supuesto la obligatoriedad por parte del Gobierno de cumplir bajo la presión de poder ser denunciado por prevaricación en caso contrario. En suma, una muestra más de la claudicación de Pedro Sánchez ante Marruecos. Aquí hay gato encerrado, porque no es normal lo que está pasando. Sánchez se está buscando una salida. Eso parece claro.
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