Opinión

Lapidaciones separatistas

Los separatistas sólo se dedican a lapidar físicamente, como ya han sufrido Vox, PP y Cs en pasadas campañas electorales, cuando los Mossos d’Esquadra miran hacia otro lado y siempre que les vaya a salir gratis. De lo contrario, sus lapidaciones son muy parecidas a la de la película La vida de Brian, esperpénticas, porque eso de jugarse el tipo no va con los independentistas del procés. Eso sí, las lapidaciones morales, las que se hacen en redes sociales o en corrillos, las que destrozan tu buen nombre y tu vida social, las bordan. La principal arma de los secesionistas contra los discrepantes es procurar la muerte civil a los que les molestan.

De ahí que no haya que tomarse a broma las amenazas en redes sociales que han recibido los padres del niño de cinco años de Canet de Mar que han conseguido que el Tribunal Supremo les reconozca el derecho a recibir un 25% de enseñanza en catalán. Un energúmeno, que presume de gastrónomo y docente, se ha apuntado a “lanzar piedras” a la casa de esta familia. No lo hará por aquello de las consecuencias penales –el heroísmo y el ‘procés’ no van de la mano- pero varios padres de compañeros de estudios de este chaval en la escuela Turó del Drac ya le están lapidando moralmente. Con el apoyo entusiasta del gobierno municipal local y de la Generalitat. La excusa, la preocupación por la enseñanza en catalán.

La familia que ha conseguido el 25% va a vivir la muerte social en directo. La portavoz del Govern, Patricia Plaja, ya ha dicho en rueda de prensa que no entiende cómo unos padres pueden exigir docencia en español en Cataluña, hecho que obliga a todo un centro escolar a que sus alumnos reciban una asignatura más en español. Mensajes del mismo signo han sido pronunciados por el president Pere Aragonés y por el consejero autonómico de Educación, Josep González-Cambray.

Cuando un policía autonómico, Albert Donaire, el líder de los Mossos d’Esquadra separatistas, dice que “este niño debe encontrarse absolutamente solo en clase. Las horas que se realizan en castellano, los demás niños deberían salir de la clase. Reaccionamos o nos matan la lengua” está señalando al enemigo. Un enemigo de cinco años que cursa educación infantil. ¿Su crimen? Que sus padres han cometido el pecado de pedir lo que debería ser natural, poder recibir docencia en su lengua materna, el español. Sólo han conseguido un 25% en castellano, pero para el separatismo ya es suficiente para señalar e intentar amargarle la vida al chaval y a su familia.

Es la misma situación que vivió Ana Moreno, la madre coraje de la localidad ilerdense de Balaguer, que en 2015 consiguió lo mismo, que los tribunales le dieran la razón para que sus hijos recibieran más docencia en castellano y sus vecinos les hicieron el vacío social, los chavales no eran invitados a las fiestas de sus amigos y les hundieron el negocio familiar gracias a un boicot de tremenda eficacia. No fue la primera, no será la última, porque el totalitarismo independentista no pasa ni una. Cualquiera que les molesta, es perseguido. Sea una pizzería en la que la carta esté en español, una panadería en la que la dependienta no sabe catalán o un camping de la Costa Brava que aloje a agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional.

Es terrible que haya que ser un héroe en Cataluña simplemente por reivindicar los derechos que deberían estar garantizados en lo que se supone es un país totalmente democrático. Debería ser el Gobierno el que velara por la igualdad de todos ante la Ley y que todos tuviéramos la posibilidad de escoger la enseñanza en lengua materna para nuestros hijos. Hace cuarenta años que no es así, y sólo tienen este derecho los que tienen el gallego, vasco o catalán como lengua materna. Y en Cataluña los padres castellanoparlantes que exigen equidad para sus hijos son obsequiados con linchamientos sociales y con lapidaciones políticas a cargo de los poderes públicos. España es un gran país, pero hemos cedido tanto a los nacionalismos totalitarios que a veces dejamos mucho que desear. Y es que encima tenemos que escuchar que Esquerra es un partido “responsable” que contribuye a la “gobernabilidad”. Que se lo digan a la familia de Canet. Y a la de Balaguer. Y a muchas más.