Opinión

La juerga de Pilar Alegría

Parece un oxímoron, pero Alegría se ha enfadado, o más bien finge estar tan enfurruñada como un bebé llorón que aprieta los puños y hace pucheritos para que todos se fijen en lo fuerte que llora en vez de mirar la cristalería que acaba de romper. Los ilusionistas a esta técnica la llaman misdirection que es lo mismo que la distracción de los tahúres de toda la vida, pero en fino. El término misdirection es la conjunción de los vocablos ingleses miss -perder- y direction -dirección-. La palabra se usa en magia para definir el ardid de atraer la atención del público hacia algo, mientras en otro sitio se realiza una acción secreta que así resulta invisible.

Mientras el mago lanza al aire un vistoso pañuelo de colores, o con la varita golpea con fuerza en algún sitio al que mira fijamente, o si tira al aire coloridos polvos mágicos… el espectador inevitablemente se fijará en todas estas misdirections, mientras el mago, con la otra mano, puede sacar algo del bolsillo sin que nadie lo vea. Pero no sirve cualquier distracción, porque los espectadores suelen estar prevenidos. El mago y el tahúr deben actuar con conocimientos de psicología. El ilusionista francés del XIX, Jean Eugène Robert-Houdin, en su libro, Secrets Of Conjuring & Magic decía que para distraer debes interesar, debes llevar la mente del espectador a pensar lo que tú deseas y para ello debes conocer las leyes del interés: «La distracción que se ofrezca al espectador debe ser de tal naturaleza que él concentre su atención y pensamiento en ella. Debe incentivar su interés, o atraer su curiosidad. Debe preocupar sus pensamientos; debe ser interesante y parecerle importante». O, alternativamente, el público debe estar deseando ser engañado.

Si somos críticos y el mago distrae nuestra atención burdamente hacia cualquier tontería sin sentido, enseguida vamos a darnos cuenta de que lo ha hecho para despistarnos y ya no nos creeremos nada de lo que nos muestre después, porque sabremos que nos ha engañado. Por eso decía Robert-Houdin que la misdirection es más importante que el truco en sí mismo y que al espectador le debe gustar más incluso la distracción que el truco, para que así ni siquiera se nos ocurra pensar que el pañuelo de colores o los polvos mágicos lanzados al aire no eran en realidad nada más que una forma de desviar nuestra atención. Sabido esto entenderemos mucho mejor el enfurruñamiento de Pilar Alegría y su sobreactuación tan impostada por cuatro absurdos tuits machistas del mismo tipo de los que todos los días se ven por miles en las redes sociales. Llorando muy fuerte y haciéndose la humillada, la portavoz del Gobierno quiere que los suyos dejen de preguntarse qué pasó la noche de la juerga en el Parador de Teruel.

En español tenemos un término en desuso para este mismo truco; se trata de cancamusa, que el diccionario de la RAE define como «dicho o hecho con que se pretende desorientar a alguien para que no advierta el engaño de que va a ser objeto». Pilar Alegría desorienta a los votantes del PSOE, los arrastra con ella a la siempre épica lucha contra el machismo de la ultraderecha más rancia y así consigue que hagan como si no se dieran cuenta de que no ha dicho nada acerca de las declaraciones de los empleados del Parador de Teruel que ha grabado OKDIARIO contando como, en plena pandemia, cuando el Gobierno de Pedro Sánchez no nos dejaba salir de casa ni juntarnos con nadie que no fuera de nuestra familia, estando ella alojada en dicho establecimiento hotelero, el entonces ministro José Luis Ábalos montó con las prostitutas que llevó desde Valencia en una furgoneta, una juerga de tal calibre que su suite quedó destrozada y las camareras escandalizadas.

Pilar Alegría simula estar muy enfurruñada para así no tener que dar explicaciones sobre la juerga con fulanas del que entonces era su jefe en el PSOE y que a los pocos meses la promocionó a ella haciéndola ascender de delegada del Gobierno en Aragón a ministra de Educación. Una cancamusa más antigua que el hilo negro pero que entre los socialistas funciona porque, en realidad, los engañados son un público fácil que está deseando dejarse engatusar.