Opinión

Jésica cobraba sin trabajar, y a los que trabajaban, se les pensaba despedir

Lo de la sociedad pública Ineco, donde fue enchufada la pareja sentimental de José Luis Ábalos, merece el premio a la hipocresía empresarial. Es un caso sin igual, pues mientras Jésica Rodríguez declaró ante el juez que no iba a trabajar, la compañía asegura que tiene 3.684 horas trabajadas. Es la primera vez que un empleado admite que no cumplía horario laboral alguno y la empresa dice que sí. Surrealista.

La joven sostuvo ante el juez instructor del caso, Leopoldo Puente, que cobró de Ineco durante el periodo de tiempo que estuvo contratada como personal administrativo, pero que nunca se le requirió ir a trabajar. Ineco insiste en que la versión aportada por la que fuera pareja del ex ministro sobre su relación laboral con la entidad no se ajusta a la realidad.

Según el escrito remitido a la Fiscalía, su testimonio no coincide «con la documentación interna existente y los actos propios que ella misma dejó registrados y que acreditan fehacientemente que existió actividad laboral». Y detalla incluso que el seguimiento sobre su trabajo se intensificó durante la pandemia del COVID-19 y la implantación del teletrabajo. O sea, que Jésica asegura no haber dado un palo al agua en Ineco, a tenor de lo manifestado, poco más que la nombra empleada del mes por su entrega y dedicación. Kafkiano.

Ahora, OKDIARIO está en condiciones de asegurar que de los 57 empleados que estaban adscritos al mismo servicio que Jésica en Adif, el Gobierno se planteaba prescindir su relación laboral con 15 de ellos, un 26% de la plantilla. O sea, que a la novia de Ábalos se la permitía cobrar sin trabajar, y a buena parte de los que trabajaban, se les pretendía despedir, lo que revela la ínfima catadura moral de los máximos responsables de estas empresas públicas. Y todavía tienen la desfachatez de decir que Jésica era una empleada ejemplar y que, pese a lo señalado por ella ante el juez, trabajaba mucho. Sinvergüenzas.