Opinión
AZUL Y ROSA | MI SEMANA EN OKDIARIO

Los últimos días de Irene de Grecia: la princesa invisible

  • Jaime Peñafiel
  • Periodista político y del corazón. Experto en noticias sobre la aristocracia y la familia real. Ex redactor jefe de la revista ¡Hola! y fundador del diario El Independendiente y La Revista. Escribo sobre la Casa Real.

De todos los miembros de la Familia Real que habitan en el Palacio de La Zarzuela, el más entrañable, pero menos conocido por la opinión pública, es la princesa Irene, de 83 años, la más joven de los tres hijos de los reyes Pablo y Federica. Sofía tiene 86.

Esa tía solterona que existe en muchas familias, procurando no ser una carga, no hacer ruido y apenas dejarse sentir. A pesar de todo esto, la vida de la reina Sofía está, desde hace un tiempo, dedicada a su hermana, gravísimamente enferma, hasta el extremo de que la emérita no quiere programar ni su tiempo privado ni su agenda, dedicado por entero a Irene, día, noche y a todas horas, ante el temor de que la muerte de su hermana le sorprenda en una de estas ausencias.

Irene ha sido la única de los tres hijos de los reyes Pablo y Federica que no nació en Grecia sino en Sudáfrica, donde la Familia Real se encontraba exiliada, durante la guerra mundial y Federica en un avanzadísimo embarazo de Irene. Los primeros meses de su estancia en Ciudad del Cabo fueron tan difíciles que solamente encontraron una humilde vivienda y, según la reina Federica en sus memorias «el ruido de las ratas no nos dejaba dormir». «Anoche una saltó a mi tocador y me dio un susto tremendo». «Siempre tengo miedo de que se suba una rata a mi cama», cuenta en sus memorias. (1971)

Irene fue una niña inquieta, sensible, inteligente, bonita e ignorada. Al ser la más pequeña, siempre necesitaba más mimos, más atenciones. Toda la vida se sintió muy unida a su madre, de la que heredó la afición por las filosofías hindúes, que la llevaron, junto a la reina Federica, hasta Madrás, en la lejana India. De su padre, el rey Pablo, las dotes musicales. Tal era su maestría que durante un tiempo se convirtió en concertista profesional, ofreciendo recitales por todo el mundo. La muerte de su madre se produjo en 1981, en la clínica La Paloma de Madrid, debido a una blefaroplastia (intervención de los párpados) de cuya anestesia no se recuperó, mientras que su hija, la reina Sofía se encontraba con el rey Juan Carlos esquiando en Baqueira. Federica aprovechó esta ausencia para, sin comunicarles nada, acudir a operarse. La reina Sofía no le perdonó jamás al Dr. Zurita, marido de la infanta Margarita, que asistió a la intervención, el que no pudiera salvarla. Cierto es que no tuvo culpa alguna, pero Sofía, injustamente, le guardó durante mucho tiempo cierta reserva.

Federica siempre había dejado bien claro que a su muerte quería ser enterrada en Tatoi, pero el gobierno griego había declarado que no quería ver a nadie de la Familia Real. Sólo las gestiones de Juan Carlos permitieron que la reina griega fuera enterrada en Tatoi. Fueron cinco horas dramáticas e inolvidables de las que yo fui testigo y ya lo he narrado en alguna ocasión. Irene, en esos momentos, se refugió en Zarzuela junto a su hermana Sofía. Aunque es la tía solterona de la familia, su vida sentimental estuvo vinculada con varias personas, incluyendo Gonzalo de Borbón, pero el rey Juan Carlos se opuso, según Pilar Eyre. También con Jesús Aguirre y el embajador alemán Guido Brunner.

Hoy, Irene, es víctima de Alzheimer, con la que ha perdido la memoria y los recuerdos. Pero no sólo eso, los rostros de sus seres más queridos asimismo se han vuelto confusos. Solo espera la muerte junto a su querida hermana, que siempre la ha querido proteger por encima de cualquiera de sus ocupaciones.

Pendiente de ella en todo momento. También sus sobrinos que la llaman «tía Pecu», por la peculiaridad de su manera de ser. La última vez que me encontré con ella en una ópera del Teatro Real, todavía me reconocía y estuvimos charlando unos momentos. Irene es la única familia que le queda a Sofía, ya que su hermano, el que fuera rey de los griegos, Constantino, murió el 10 de enero de 2023. Hoy, a las puertas de su muerte, que puede producirse en cualquier momento, ha cancelado todos sus actos, oficiales e, incluso, institucionales, para estar junto a su hermana en estos momentos tan dramáticos.

Chsssssss

La princesa atraviesa un delicadísimo momento en su salud tras agravarse los síntomas de la fibrosis pulmonar que padece.

Mi paisana ha revalidado también su título en los 20 kilómetros y ya es la tetracampeona del mundo.

María Pérez (Foto: EP)

El discurso que Felipe VI ha pronunciado esta semana en la ONU se redactó en Zarzuela, pero se visionó en Moncloa. Es de desear que no se corrigiera pensando en lo que «el puto amo» pronunciaría en una Asamblea General medio vacía.

Padre, hijo e hija coinciden en Nueva York y ni se han visto. ¡Tan cerca y tan lejos! ¡Ay, señor, señor, qué familia!

No entiendo cómo haciéndolo el Jefe del Estado, también se apuntó el Jefe del Gobierno. ¡Elemental mi querido Watson, elemental!

El informe institucional del Consejo de Europa clasifica como ancianos las personas que han cumplido 75 años desde el punto de vista médico, fisiológico y social.

El compañero David Cantero acaba de cumplir 64 años y ha declarado: «No sé cuántos años me quedan, pero la muerte ya no se ve tan lejos”. Pues no sé qué pensará cuando tenga mis 93.

He leído un reportaje sobre MacArthur y me ha impresionado que el autor lo titule: «Un imbécil hijo de puta».

El amor del famoso actor Richard Gere por su esposa, la española Alejandra Silva, es tan grande y sólido que se ha gastado nada menos que 10 millones de euros en una mansión en la playa de Santa Cristina, en La Coruña.

Alejandra Silva y Richard Gere en un evento. (Foto: Gtres)

Él tiene 68 años y ella 60. Su hijo les va a hacer abuelos. ¡Felicidades!

La sobrina mayor del Rey que ha pasado de niña tímida y callada a it girl de la Familia Real, cumple 25 años.

Y Joaquín, mi estimado amigo, planea su boda con Alexia, propietaria de dos clínicas de estética, una en Ibiza y otra en Castellón.

Dos famosos veteranos como Bárbara y Pepe Navarro podrían dar lecciones de estilo y elegancia a los aprendices de bailarines en el concurso Bailando con las estrellas.

Kiko Rivera e Irene: un matrimonio roto. Ella decidió que ya había aguantado bastante. Si ella lo dice…