Inmigración irregular: un problema que no se resuelve escurriendo el bulto
La política migratoria del Gobierno de Pedro Sánchez consiste, básicamente, en llenarse la boca de buenas palabras y no pasar de las buenas palabras a los hechos, porque en realidad lo que está haciendo el Ejecutivo socialcomunista es escurrir el bulto, una estrategia consistente en llenar hasta arriba aviones de inmigrantes ilegales que luego son repartidos por los distintos territorios, sin que sepa a ciencia cierta en la actualidad dónde están. En definitiva, podría decirse que Sánchez trata a los inmigrantes irregulares como mercancías que descarga en secreto, y en horario nocturno, sin dar demasiadas explicaciones.
Desde el pasado 10 de octubre de 2023 hasta este viernes 28 de junio 2024 se han fletado al menos 100 vuelos de inmigrantes irregulares procedentes de Canarias para su distribución por distintos puntos de la Península, según los registros en plataformas de tráfico aéreo consultados por OKDIARIO. Que tenga que ser este el método para saber cuántos vuelos se han producido, revela la política de ocultación de un Ejecutivo que ha decidido subirse a lomos del buenismo y no hacer nada. En suma, Sánchez traslada el problema a las comunidades, que carecen de recursos y medios suficientes para afrontarlo. En los últimos 8 meses y 18 días transcurridos hasta el vuelo número 100 han viajado miles de inmigrantes irregulares que el Ejecutivo de Sánchez trasladó primero desde el archipiélago canario hasta los aeropuertos de Madrid, Barcelona y Málaga, y luego desde esos aeropuertos a multitud de destinos por diferentes comunidades autónomas. En el caso del vuelo de este viernes, con destino Madrid, viajaron a bordo en torno a 290 pasajeros. Los inmigrantes irregulares son recibidos por varias ONG designadas por el Gobierno y conducidos a otros puntos de la geografía española, siendo alojados en albergues, pisos turísticos, hoteles o balnearios, entre otras dependencias.
Su control es escaso, de modo que entre los inmigrantes puede haber -y las hay- personas con un historial delictivo, lo que representa un indudable peligro. No se trata de estigmatizar a nadie, sino de subrayar que la inmigración irregular en ocasiones lleva aparejada un riesgo objetivo de violencia que hay que vigilar. Y decir esto es ponerse delante de la realidad sin escurrir el bulto, que es lo que hace un Gobierno al que habría que decirle que no es con retórica hueca -un malísimo ‘buenismo’- como se soluciona un problema creciente.
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