Incomprensible silencio de partidos y justicia
Resulta incomprensible que tanto los partidos políticos como la justicia permanezcan silentes ante el ignominioso artículo escrito por Pablo Iglesias en 2009 sobre el Holocausto. En esa publicación, el líder de la tercera fuerza política española —conviene recordarlo porque a veces no parecemos conscientes— redujo el exterminio de seis millones de judíos a un “mero problema burocrático”. Desde que OKDIARIO publicara en exclusiva este grave caso el pasado lunes, en España no ha habido más reacción que el silencio. Salvo honrosas excepciones, ni una sola condena pública. Es inadmisible que las distintas formaciones políticas guarden silencio ante tamaña aberración. Sobre todo si tenemos en cuenta que Iglesias es reincidente en este tipo de declaraciones y, por lo tanto, lleva inoculado el odio en cada uno de sus postulados ideológicos. Suya fue la frase por la que “azotaría a Mariló Montero hasta que sangrase” y suya también aquella otra por la que “le rompería la boca” a un hombre para mostrarse “como un macho alfa”. Afortunadamente, no todos se limitan a mirar para otro lado ante las palabras de Iglesias. El embajador de Israel en nuestro país, Daniel Kutner, ha calificado de “inaceptables” y de “falta de sensibilidad con las víctimas” las palabras del secretario general de Podemos.
Una postura en la que también ha abundado la Comunidad Judía de Madrid al reprocharle la “banalización del Holocausto” y advertirle de que podrían tomar medidas legales contra él. Sería lo menos que se merecería el podemita. La clara evidencia de que era plenamente consciente de la radicalidad antisemita que llevaban implícitas sus palabras es que intentó borrar el contenido de su blog días antes de que Podemos se constituyera oficialmente como partido político. Además, y coincidiendo con la publicación de la noticia en este medio, ha recuperado una carta que le escribió Obama con el objetivo de limpiar su imagen. No obstante, y como bien apuntaba Esperanza Aguirre, la única política que ha tenido la valentía de pronunciarse al respecto, “en este país no pasará nada”. Al igual que no pasó nada con los tuits en los que Guillermo Zapata decía que la mejor manera de “meter a cinco millones de judíos en un 600” era el cenicero. En cualquier nación de Europa, manifestaciones de este tipo, aunque pertenezcan al pasado, harían dimitir a un cargo público. En España, sin embargo, la bula con los podemitas extiende su manto protector hasta el punto de hacerlos intocables. He ahí nuestro drama.
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