El honor de un general; la mezquindad de un ministro
Estaba claro que cuando el general de Brigada Pedro Garrido, jefe de la Guardia Civil en Cataluña, pronunció aquel valiente discurso en 2019 en el que cargó contra el separatismo catalán y dijo aquello de que «las sonrisas revolucionarias se han convertido en rictus de odio», peligraba su ascenso. Y así ha sido: el Ministerio del Interior ha dejado pasar el tiempo para evitar su promoción y que cumpla los plazos legales de edad y antigüedad en el empleo para enviarlo a la reserva de forma anticipada.
El Boletín Oficial del Estado publica este miércoles la orden interna ‘241’ por la que se dispone «el cese del General de Brigada don Pedro Garrido Roca en el Mando de la 7.ª Zona de la Guardia Civil, Comunidad Autónoma de Cataluña». El ministro de Interior, de puño y letra, firma el cese del general y su pase a situación de reserva «por cumplir los 4 años de permanencia en el empleo». Lo hará con 62 años, pese a que el otro requisito de la ley que le obliga a pasar a la reserva eleva la edad para su ‘jubilación’ hasta los 63 años, que cumpliría este año. Marlaska podría haberle mantenido en el cargo si hubiese decretado su ascenso a general de División, hecho frecuente para aquéllos que ostentan el mando de Zonas de la Guardia Civil, pero ha dejado que pasara el tiempo para truncar la carrera de este general que abandona el servicio activo con la cabeza alta y la dignidad intacta. No todos pueden decir lo mismo.
El general Garrido, nombrado en mayo de 2018, apenas una semana antes de la moción de censura que descabalgó al Gobierno de Rajoy, no ha escondido nunca su oposición frontal al independentismo radical. Y lo escenificó especialmente durante el discurso que dio en octubre de 2019 con motivo de la celebración del día de la Patrona del Cuerpo, semanas después de que agentes del Servicio de Información y operativos de la Unidad Especial de Intervención desarticulasen un comando CDR dispuesto a cometer una acción con explosivos coincidiendo con la publicación de la sentencia del 1-O. El general Garrido pasa a la reserva como lo hacen los patriotas: con todo su honor intacto. Marlaska no podrá presumir jamás de ello.
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