Opinión

Hombres muy hartos: denuncias falsas

  • Teresa Giménez Barbat
  • Escritora y política. Miembro fundador de Ciutadans de Catalunya, asociación cívica que dio origen al partido político Ciudadanos. Ex eurodiputada por UPyD. Escribo sobre política nacional e internacional.

El periodista Juan Soto Ivars, que fue tan amable de presentar mi último libro en Barcelona (sobre feminismo, por cierto), ha escrito un artículo que ha tenido mucha repercusión. Lo tituló así de contundente: Yo acuso al Tribunal Constitucional de abolir la presunción de inocencia del varón. Efectivamente, una sentencia del Tribunal Constitucional, con una ponencia de la magistrada María Luisa Balaguer -una feminista en el peor sentido y, por lo tanto, absolutamente sectaria- se ha inclinado a favor de una madre que interpuso una denuncia por violencia de género contra el padre que se demostró falsa y de la que fue absuelto.

Un caso parecido al de Juana Rivas, ejemplo emblemático del feminismo difamatorio y misándrico. La historia es la siguiente: una pareja se establece en Vitoria, tienen un hijo y al cabo de dos años el hombre solicita el divorcio. Al poco, el niño es llevado a La Coruña por la madre sin consentimiento paterno. Como él apela a la Justicia se le amenaza con una denuncia por violencia de género. Y, efectivamente, la denuncia se interpone, se demuestra falsa, pero a la denunciante, gracias a los principios «yo si te creo, hermana, aunque acuses en falso» de la magistrada, le sale gratis. En resumen, la madre falsaria consigue la custodia total y se lleva al niño con ella.

Encima, el padre es señalado por la prensa de la izquierda radical. El diario Público encabeza la noticia de esta manera ignominiosa: «El TC ampara a una mujer y a su hijo obligados por una jueza a vivir en la ciudad del padre maltratador. Con esta sentencia, el Constitucional apuntala su doctrina a favor de la perspectiva de género en divorcios y custodias de hijos e hijas en el contexto de violencia machista». Esto, señores, es amparar el secuestro de los hijos por parte de la madre. Sólo se necesita haber denunciado por violencia de género al padre, sea cierto o falso. ¿Esto es velar por los hijos?

En este caso, sabemos que hubo incluso un chantaje. Como dice Soto Ivars: «La abogada de la mujer, que es amiga suya, le dice a un amigo común que haga entrar en razón al ex. El amigo de la pareja, escamado, graba la conversación. Lo que la abogada plantea es lo siguiente: si el hombre se establece en Coruña, no habrá problemas y le darán un régimen de visitas amplio; pero si no acepta este trato, lo denunciarán por violencia de género». ¿A esto se presta el feminismo de una Balaguer?

Estamos abusando de privilegios derivados de una reivindicación que tenía como objetivo compensar desigualdades. ¿Hemos de llegar al atropello de los derechos? Las mujeres que caen en eso se rebajan. El feminismo político les ofrece a ciertas mujeres privilegios a cambio de votos, por no decir que les da un cauce legal para un «resentimiento de género» que puede llegar a ser una auto indulgencia irresponsable. El mundo es mejor con igualdad sexual. Nadie quiere menos derechos. Los hombres han mejorado, no empeorado, su salud y bienestar en las sociedades más igualitarias. Incluso la brecha de felicidad entre los sexos, que aún nos favorece, se ha acortado en las últimas décadas de empoderamiento y derechos femeninos. La mayoría de los hombres estarían muy contentos de tolerar incluso niveles muy altos de desventaja si eso fuera compensado con un respeto proporcional, pero es la retirada de todo miramiento y su sustitución por una infamia sin fondo lo que hace que la situación de los hombres ahora sea totalmente inaceptable. No me extraña que estén hartos.