Holocausto ucraniano: un comandante en jefe al frente de un pueblo heroico

Zelenski

Respeto y admiración ante el pueblo heroico y emocionante. Admiración, respeto y envidia ante un presidente, convertido en comandante en jefe, de una nación que está demostrando una voluntad férrea para no dejarse morir.

Cócteles molotov contra una bien engrasada y poderosa máquina bélica en las exclusivas manos de un desalmado que, por fin, ha demostrado ante el mundo su peor versión como dirigente, comunista de libro y como ser humano. Cada misil que dispara, cada acción espuria contra la población civil, cada carro de combate, cada mentira que esparcen sus deudos millonarios, agiganta la determinación de un pueblo unido en torno a su causa de supervivencia y amalgama la unidad del mundo libre frente al sátrapa asesino. Un ejemplo que no debería olvidarse por estos lares nuestros.

El pueblo ruso, incluso gran parte de sus fuerzas armadas, sabe que su jefe es lo que parece; el pueblo ucraniano es consciente de que su comandante en jefe les marca el camino desde su propio ejemplo y como primus inter pares en la senda de la libertad, en la teoría de la soberanía nacional no compartida con nadie. A Volodímir Zelenski le hubiera sido muy fácil subirse a un avión y haber desaparecido en busca de un cómodo refugio en Estados Unidos o en cualquier otro país amigo. Ha preferido enfundarse su camiseta y ponerse al frente de su pueblo en un alarde de inteligencia emocional, honestidad y ejemplo personal. Es un auténtico comandante en jefe que día a día, hora a hora, minuto a minuto, subraya la diferencia entre él y el ex agente soviético de la KGB. Valor zelenskiano no precisamente supuesto.

Dentro de la cósmica tragedia que supone para el mundo libre la agresión rusa a Ucrania en pleno siglo XXI, el pueblo agredido ha tenido la fortuna de contar con un líder extraordinario que emociona a cualquier ser humano de bien.

El caso Zelenski viene a demostrar, más allá del conflicto, que no es lo mismo un dirigente que otro. No lo fue durante, tras la agresión nacionalsocialista a Europa con Churchill en Downing Street y el general Charles de Gaulle al frente de la resistencia francesa. Esas antorchas han sido recogidas con ventaja por el presidente ucraniano.

Todavía hay gentes por estos parajes hispanos que piden que su presidente y su pueblo se rindan. Es la confirmación de que estos muchachos (as) han enloquecido definitivamente por mor de su ideología caduca y su ausencia total de valores.

Goliat quiere engullir a David y este no se deja. Suceda lo que suceda (¡hay tanta diferencia en potencia militar entre un lado y otro!) la gesta ucraniana quedará escrita para siempre en la memoria de la humanidad. Mientras, Putin y sus multimillonarios amigos serán, para siempre, el lado negro del abyecto detritus que nunca quisimos describir.

¿Permitirá el mundo libre que sean ellos los que escriban la historia?

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