Opinión

Hay que apagar al Gobierno

No todo avance es progreso. La bomba atómica, por ejemplo, fue un avance en términos tecnológicos, pero la humanidad no progresó con su desarrollo. La tecnología puede servir para facilitarnos la vida, o todo lo contrario. La dependencia de sistemas controlados en remoto por profesionales al servicio de intereses que escapan a nuestro alcance, nos hace vulnerables, y como ciudadanos, esclavos pusilánimes frente a lo que no podemos comprender. Lo sucedido en España este pasado lunes demuestra lo pernicioso de creer que el progresismo nos traerá mejoras sociales si abrazamos su ideología de control y pobreza extrema.

Nos han metido y mentido tanto con las renovables que ahora estamos más cerca de ser el Tercer Mundo energético que de una potencia mundial en energías alternativas, como nos prometieron. España se fue a oscuras por la mentalidad negra de quienes hacen leyes que nos convierten en míseros consumidores de propaganda buenista y abyecta, que sólo enriquecen los bolsillos de quienes medran en el poder. Somos un país con más residuos políticos que talento humano en puestos clave de la administración y una vez más, lo hemos vuelto a pagar.

¿Quién iba a pensar que, colocando a una socialista sin formación ni capacidad como Beatriz Corredor, íntima de Zapatero, al mando de Red Eléctrica Española, íbamos a estar seguros de que la gestión sería limpia, prudente y segura? ¿Quién decidió que sería una buena idea que un amigo de la infancia de Sánchez digiera Correos antes de arruinarlo (como hizo Óscar López con Paradores, el lugar de juergas y prostitución de Ábalos)? ¿Quién avaló que el hermanísimo de Pedro, procesado por tráfico de influencias, era el candidato idóneo al mando de un conservatorio musical para el que no tenía ni cualificación ni trayectoria?

Los mismos que llevan tomando decisiones y justificando cada tropelía democrática, abuso de poder y corrupción sistémica, sean sentados en un escaño, en un plató de televisión o votando por amor a la rosa. Han llenado las instituciones de incompetentes de carnet, con sueldo millonario e inutilidad manifiesta, un Gobierno mediocre en la gestión de cada catástrofe que hemos sufrido. La pandemia, el volcán de La Palma, la Dana en Valencia, el temporal Filomena y ahora, el gran apagón, son la demostración más evidente de lo que supone tener al socialismo gestionando cuando llega lo peor.

Todo sistema eléctrico requiere de fuentes seguras y permanentes que mantengan su funcionamiento si ocurre algún fallo. Fuentes limpias y constantes, como la hidráulica y sobre todo, la nuclear, garantes de la estabilidad y seguridad en la producción, que impida el bochorno con el que confirmamos al mundo la cubanización de España.

Esto no ocurre, sin embargo, porque el Gobierno ha decidido imponer la totalitaria agenda 2030 que ha convertido Europa, y España, en un páramo al servicio de terceros países. La solución a lo que ha pasado se llama mix energético y desde luego, el problema no son las centrales nucleares ni los operadores privados, como señaló Sánchez, que usa la misma excusa que la dictadura cubana cuando se va la luz en la isla: allí es el bloqueo norteamericano, aquí será la ultraderecha y los ricos de las grandes empresas.

El Gobierno socialista nos ha dejado a oscuras por sectarismo e incompetencia, por llenar las empresas públicas de dóciles sirvientes y no de profesionales competentes, por saquear los recursos públicos para gastártelos en chiringuitos ideológicos, prostitución y devolución de favores a Marruecos. España y su sistema público se está cayendo y esto es sólo el principio.

Con toda una nación sumida en la oscuridad más tercermundista, al autócrata le faltó decir: «Si la gente quiere electricidad, que la pida». Lo más grave de todo, es que aún hay millones que votan a esta calamidad narcisista por un poco de alpiste. Ovejas apesebradas y acríticas a las que habrá que señalar y recriminar su complicidad criminal con la depauperación del país y la quiebra democrática y de servicios públicos.

Hay que apagar al Gobierno. Al peor gobierno que una democracia ha tenido jamás en Occidente. Un Gobierno de dóciles embusteros e inútiles comprobados, puestos a dedo por la mano visible de la autocracia que nos han convertido en un país pobre y dependiente. De cada tragedia salimos más débiles y dóciles, sin respuesta frente a la mentira, conformes ante la inutilidad, cómodos con la mediocridad que nos gobierna, apáticos ante el dinero público robado por tanto socialista enchufado.

España se fue a negro por culpa de la ideología sectaria e irracional que sustenta al Gobierno, que dirige Europa y se financia desde Estados Unidos, esa Agenda 2030 y sus objetivos de desarrollo sostenibles, confirmados como nuevo orden sectario y totalitario mundial que viene a destruir un continente y una forma de vida.

Mientras usted lee esto, ya están fabricando el próximo bulo para convencernos de que el apagón fue culpa de la ultraderecha, de Franco y de la madre que parió a Trump. Pero no habrá apagones deliberados, por incompetencia o sabotaje, que oscurezcan la corrupción de Sánchez, de su mujer, de su hermano y de su Gobierno.

La pregunta es tan sencilla como urgente: ¿a qué estamos esperando para sacar al tirano de su madriguera, al dictador que miente y corrompe, al culpable de enchufar prostitutas en empresas públicas, al sociópata que dejó morir personas en la Dana, a este peligro público para la libertad y la vida, al inútil que ha convertido España en el Tercer Mundo? ¿Qué más tiene que pasar para que España y los españoles reaccionemos? Lacayos mediáticos al margen y chupópteros del presupuesto público mediante, si la cobardía de la sociedad civil impera más que su sentido del deber, mereceremos todo lo que nos suceda a partir de ahora.