Hat trick de victorias

Hat trick de victorias

Los lunes abren semana, pero cierran jornada. Los viernes clausuran los días laborables y, sin embargo, abren el telón de una nuevo «fin de» de fútbol. El mundo, al revés. No para el Mallorca que bajo la fría temperatura del que llamaron el «estadio de la pulmonía», heló la condición de invicto, solo en su feudo, de un Real Valladolid limitado dentro y fuera del campo.

Mientras Arrasate insistía con el exitoso plan desarrollado en Sevilla, Pezzolano se organizó para no encajar. Lo consiguió durante los primeros 45 minutos más por la lentitud y la escasa auto exigencia visitante, con Larin torpe, Dani desaparecido y Darder lento y reiterativo, que por el desorden de los pucelanos, con Raul Moro cambiado de banda, Machis sin ella y un único delantero, Latasa, más solitario que un naufrago en medio del océano.

Con Morlanes insustancial, como de costumbre, el centro del campo se mantenía gracias al espíritu combativo de Samu, omnipresente. Fuera de todo ello, la nada. Hein y Leo Román de vacaciones.

El técnico local no esperó, le faltó paciencia antes de explorar opciones más determinantes. Un cambio de cromos que desembocó en una mayor libertad de movimientos de Sergi Darder y la renuncia de Dani a acompañar a Larín para crear una superioridad en la medular donde Morlanes andaba perdido. Lo vieron desde el banquillo y apenas cinco minutos después de que el gallego y el canadiense aparecieran de forma estelar, Mascarell pisó la cancha para asentar el control de la situación en el primer cuarto de terreno.

El gol minimizó aun más la endeblez vallisoletana manifestada en su limitada condición técnica y, sobre todo, su falta de ideas. El Mallorca sabía a qué jugar; su rival, no. Cierto que el segundo tanto bermellón, bien ejecutado por Valery, fue propiciado por un garrafal error defensivo, pero Copete primer y el propio Valery tuvieron en sus cabezas la fallida oportunidad de sentenciar sin remisión.

El avance del cronómetro hizo que el postrer tanto blanquivioleta se quedara en anécdota. El encuentro agonizaba y algunos jugadores se habían ganado un merecido descanso. No hay mejor medicina ni antídoto que un buen resultado y si ya son tres consecutivos, ¡fiesta!.

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