¿Hasta cuándo el votante socialista seguirá tapándose la nariz?
El caso Koldo salpica a la indignadísima Francina Armengol, de boquilla por supuesto. Su actitud intolerable durante la pandemia, ahora ya sabemos que va más allá de las copas en el HatBar en horas prohibidas. También se apuntó a no perder comba a propósito del fraude de las mascarillas como lo demuestra que solamente al día después de perder las elecciones del 28M y con tres años de retraso le entró el prurito de ir a reclamar la devolución de parte del dinero, cuando años antes había hecho oídos sordos a la sospecha de irregularidades que le susurraba la Oficina Anticorrupción creada por su Pacte de Progrés, aunque, claro está, pensada para tocarle las pelotas al PP y nada más. Hizo bien, el Govern presidido por Marga Prohens, al anunciar el cierre de esta oficina que solamente era simple fachada de cartón piedra.
El PSIB-PSOE ya ha puesto en marcha el ventilador, jugando al despiste, aunque dudo que pueda tapar el hedor que desprende ese cuarto oscuro del Govern social-comunista que hemos padecido durante ocho años.
Dando por cierto que no se ha producido enriquecimiento ilícito entre esta tropa progre de Baleares, de lo que no cabe duda es de la complicidad con los propios, por aquello de a los míos con razón y sin ella. El escándalo de las mascarillas, que le ha estallado en la cara a Armengol, debe servir para recordarnos el muro de silencio que envolvió el caso de las niñas tuteladas y prostituidas a pesar de que estaban a cargo del Pacte. No solamente eso.
Conviene recordar el trato despectivo hacia la comisión de parlamentarios europeos, que incluso tuvieron que buscarse la vida ante la cutre negativa del Pacte a facilitarles la labor, aunque solo fuera por simple cortesía. De nuevo era un asunto que tenía que ver con aquello de a los míos con razón o sin ella. Por supuesto, no derivó en ninguna dimisión o cese. Nada. Ni por asomo se produjeron depuraciones por responsabilidades políticas y sí, en cambio, nuevo cargo para el responsable máximo de aquel sinsentido.
Que cada cual repase en su memoria las veces que en el Pacte ha primado la ideología o el permanente compadreo entre los de su misma cuerda con el resultado conocido: aplicación de las sagradas escrituras de la Agenda 2030 para desesperación del sector primario, los tradicionales chiringuitos de playa de toda la vida, la no resolución de las urgencias en la red viaria, el hundimiento de la clase media y así sucesivamente. Todo un dislate que ha sido posible porque así lo ha querido el PSIB-PSOE, porque sin apoyo de los socialistas no serían nada los podemitas y los separatistas. El muro de Sánchez, o sea Mi Persona, ya se ha venido practicando en Baleares los últimos ocho años. Las cosas como son. Y pese a ello, el 28M obtuvieron los socialistas 118.140 votos, alcanzando los 18 diputados autonómicos.
¿Es posible en Baleares el desplome de los socialistas como sí ha ocurrido el 18F en Galicia? Dicho de otro modo, ¿hasta cuándo el votante socialista de Baleares seguirá votando tapándose la nariz? Por cierto, se la llegaron a tapar, todavía más, en las Generales del 23J: 151.783 votos, con la excusa esquizofrénica de que ¡viene el fascismo! o sea Vox. Que ya les vale.
Pues bien. Francina Armengol, la misma que huyó a la carrera, se aupó a la presidencia del Congreso de los Diputados por exigencia de ERC (en la que militó durante sus estudios de Farmacia en Barcelona), y han sido testigos, ustedes vosotros, de cómo se las gasta la parienta: sectarismo puro y duro, cuando tradicionalmente la Presidencia del Congreso de los Diputados era un ejemplo de neutralidad y de sincero amparo a sus señorías, sin importar las siglas del grupo parlamentario. Al menos, hasta que llegó Zapatero, que es el padre espiritual –el referente- de Pedro Sánchez o sea Mi persona.
Volviendo al caso Koldo, la presidenta popular, Marga Prohens, ha dicho que irá hasta el fondo, «caiga quien caiga», al investigar la contratación de mascarillas el 2020, que tanto huelen a fraude. La animo a ser implacable.
Eso también es parte de la batalla cultural, porque al igual que pasa con la ley de amnistía, donde se contempla un terrorismo amable, de igual modo la izquierda disparate de nuestros días cree que hay una corrupción buena, la suya. Este engaño propio de salteadores de caminos, ya lo interiorizaron los electores de Francia, Italia y Grecia, donde el partido socialista pasaría a ser la nada existencial. En esos lugares sí se destaparon la nariz. ¿Hasta cuándo el socialista balear va a permanecer con el pañuelo en la nariz?
La ambición de Armengol no tiene medida. De hecho, en Baleares, nada se mueve sin su permiso en los corrillos socialistas. Lo que no ha calculado en su justa medida es que al acceder a la presidencia del Congreso, se ha visto expuesta a miradas mucho más críticas, mucho más severas. Saben de qué va, y en absoluto se parecen esos sabuesos, al perrito faldero de esa prensa apesebrada que le ha bailado el agua durante tantos años en Baleares.
En cualquier caso el problema de Baleares es que el votante socialista es al parecer de una fortaleza casi inexpugnable. Y es probable que se deba a un discurso conservador o de centroderecha que no ha sabido seducirle, que no consigue hacerle ver que la doctrina woke se combate desde la gestión y la cuenta de resultados a beneficio de las clases medias, a la que mal que les pese pertenecen muchos votantes socialistas solo que más pendientes de un pensamiento guerracivilista, que omite los bombardeos republicanos y tanta letanía de fusilamientos que acompañaron al desembarco del capitán Bayo.
Todo es parte consustancial de nuestra reciente historia doméstica en la que nadie parece dispuesto a dar su brazo a torcer y por ello, aunque nos parece mentira, más de 100.000 votantes baleares siguen tapándose la nariz porque a fin de cuentas, a los míos con razón y sin ella.
¿Hasta cuándo, insisto, el votante socialista seguirá tapándose la nariz?
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