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Era el cocinero estrella de España, pero se arruinó por una deuda: huyó del país y así es su vida ahora

El protagonista de nuestra noticia estuvo a la altura de Jordi Cruz

Este cocinero tuvo un problema económico y recibió un golpe muy duro

Sergi Arola tuvo que marcharse de España. Se fue a Chile en busca de un futuro mejor

Durante una época, su nombre era sinónimo de innovación culinaria y prestigio gastronómico. Sergi Arola no solo seducía paladares, también inspiraba a toda una generación de chefs que lo veían como uno de los renovadores más valientes de la cocina española. Su talento le valió el reconocimiento de la crítica y del público, incluyendo dos estrellas Michelin que lo consagraron entre los mejores. Pero detrás del brillo de los galardones, se gestaba una historia de sombras fiscales, decisiones empresariales cuestionadas y un desenlace que lo llevó a abandonar España con una deuda millonaria a cuestas.

Sergi Arola se hizo un nombre por méritos propios, gracias a una propuesta culinaria que rompía moldes en un momento en que la alta cocina española se reinventaba. Aunque nunca gozó de la sobreexposición mediática de otros cocineros como Jordi Cruz o el ya mítico Ferran Adrià, Arola era considerado uno de los grandes por su valentía conceptual y técnica refinada. Desde sus inicios, demostró un olfato singular para reinterpretar la tradición con un lenguaje propio, combinando sofisticación con cercanía. Fue esa mezcla de riesgo e identidad lo que lo catapultó a lo más alto de la gastronomía.

Los problemas que tuvo Sergi Arola

En OKDIARIO sabemos que el éxito en los fogones no siempre va de la mano con el acierto empresarial. Su restaurante en Madrid, situado en el exclusivo barrio de Chamberí, fue durante años un templo culinario frecuentado por críticos y amantes de la buena mesa. Aun así, el reconocimiento de la guía Michelin no bastó para sostener una estructura que no lograba equilibrar sus cuentas.

Sergi Arola en un evento. (Foto: Gtres)

Las dificultades fiscales comenzaron a acumularse hasta que la situación se tornó insostenible. Arola terminó viendo cómo su negocio era embargado y su carrera, puesta en pausa por unas cifras rojas que ascendían a unos 7 millones de euros. El desmoronamiento no fue inmediato, pero sí contundente. En lugar de quedarse a capear el temporal, Sergi Arola tomó una decisión drástica: dejarlo todo atrás y marcharse del país. No fue un gesto de derrota, sino una búsqueda de reinvención. Su destino fue Chile, donde encontró una oportunidad laboral y una plataforma para reconstruir su imagen profesional. Atrás quedaban años de lucha contra la administración, intentos fallidos de reflotar su negocio y la presión constante de los acreedores. La mudanza significó también el inicio de una nueva etapa, con menos lujos, pero con un horizonte por explorar.

La situación económica del chef

A pesar de su nueva vida, el pasado no desapareció del todo. En 2021, Sergi Arola aún figuraba en la lista de deudores de la Agencia Tributaria, con una cifra que rondaba los 985.000 euros. Aunque muy inferior a los más de 7 millones que se le atribuían en su peor momento, la deuda evidenciaba que su ruptura con el fisco español seguía sin resolverse por completo. No obstante, el chef ya no se encontraba en la posición desesperada de años anteriores. Sus nuevos contratos, colaboraciones y restaurantes lo colocaban en una situación más estable, tanto en lo económico como en lo emocional.

Y es que el cambio de continente trajo también una transformación personal. En 2019 conoció a Francisca Laree, una enfermera chilena que más tarde se convertiría en su esposa. El matrimonio se celebró en 2020 y marcó un punto de inflexión en la vida del chef. Su círculo más cercano asegura que Arola, en estos momentos, disfruta de una vida más tranquila, alejado de las tensiones que lo acorralaron en su etapa madrileña.

El cocinero se marchó de España

En Chile comenzó a hacerse hueco en el mundo de la televisión. Su participación en programas como MasterChef Chile, El discípulo del chef o Parrilleros Space lo colocaron de nuevo en la órbita mediática, esta vez como una figura internacional que aportaba su visión europea a la cocina latinoamericana.

Gracias a su bagaje y su carisma, Arola volvió a destacar, aunque lejos de los focos españoles y sobre todo de aquellos que hablaban de embargos y embrollos con Hacienda. La televisión no fue su única vía de resurgimiento. Poco después de establecerse en Chile, Arola apostó por volver a lo que más amaba: la cocina. Inauguró Lola by Arola, un restaurante especializado en tapas que trasladaba al sur del continente los sabores más reconocibles de la cocina española. Croquetas cremosas, pulpo a la gallega, pan con tomate y otras delicias tradicionales encontraron una nueva clientela en tierras andinas.

Esa capacidad para adaptarse a nuevos mercados sin renunciar a sus raíces fue la clave de su renacimiento. Pronto se abrió otra puerta en México, donde fue fichado como asesor culinario del restaurante Orfebre Cocina Artesana, en el lujoso JW Marriott Monterrey Valle. Este paso consolidó su imagen como un chef de proyección internacional, capaz de poner su sello en diferentes proyectos y de expandir su influencia a lo largo del continente americano. En paralelo, siguió sumando presencia en medios, participando en concursos como Top Chef VIP Chile o en espacios que mezclaban cocina y entretenimiento, recuperando el éxito que tuvo en el pasado.