Opinión

Golpismo catalán y sindicatos caviar

UGT y CCOO han convocado una marcha en apoyo a los políticos catalanes presos –no voy a plegarme al eufemismo absurdo de la inversa-. Todo lo raudos que nunca estuvieron para con las concentraciones de víctimas de ETA lo subsanan ahora montando una manifestación pro golpistas. Lo de los sindicatos de etnia en Cataluña junto a los líderes fugados y encarcelados de los partidos nacionalistas que llevan años llamando colonos y extranjeros a sus bases –andaluces, extremeños, gallegos…, emigrantes en Barcelona-  me tiene absolutamente fascinada. Sindicatos alineados con presuntos delincuentes procesados, entre otros, por malversación de fondos públicos. Hasta para ellos resulta sorprendente el nivel de inutilidad que les llevaría a autodestruirse. Los que cobran del Estado clamando “libertad”, mano a mano, con los adeptos de la ANC y Òmnium que pretenden dinamitarlo. Olé.

Los sindicatos actuales son a la defensa del trabajador lo que la cigarra a la hormiga. Una suerte de golfos declarados e instalados en estructuras verticales que viven parasitando al resto de los ciudadanos. Es tal su aburguesamiento y el nivel de mamoneo en la teta del subvencionismo público que se atrevieron sin ningún pudor, ni remordimiento, a utilizar dinero destinado a la formación de los parados para homenajearse con mariscadas tales que habrían sonrojado al mismísimo Fidel Castro. Después que si la lucha obrera agoniza y la  izquierda revolucionaria se debilita. Con semejantes niveles de ácido úrico a ver quién es el currante que se identifica.

En España no existe un censo -ni por tanto datos oficiales- sobre el total de individuos vinculados al entramado. Según fuentes sindicaleras la dolorosa ascendería a 350.000 representantes computando sector público y sector privado. Averiguar -o tratar de hacerlo- el número aproximado de ellos que ejercen como “liberados” es un deporte de alto riesgo. Nadie se ha atrevido a contabilizarlos. Algunos informes de la CEOE situaron la cifra, en el ámbito privado, próxima a los 5.000. La Administración Pública (central, autonómica y local) el doble. Total, 15.000 individuos viviendo a costa del erario público sin dar palo al agua y privilegiados frente al resto: prioridad de permanencia en la empresa , serían los últimos en perder su puesto de trabajo en caso de suspensión de la actividad por causas tecnológicas y/o económicas; imposibilidad de despido ni sanción durante la vigencia del cargo, ni el año subsiguiente a su finalización; innecesaridad de justificar bajo ningún concepto su no asistencia al puesto de trabajo, ni en jornadas de huelga ni en ningún otro día laboral…

Los sindicatos caviar ya no representan a nadie, salvo a sí mismos. Por eso serían incapaces de financiarse exclusivamente en base a las cuotas de sus afiliados, si es que después de esta obscenidad mayúscula les queda todavía alguno. Se han reivindicado reclamando regulaciones al mercado, con insaciable descaro, para vivir de ellas previa advertencia social de la continua amenaza del malvado empresario en su ausencia. Ahora, además, han decidido convertirse en el bastón del separatismo. Añadan a sus múltiples y nefastas hazañas anticapitalistas, el antiespañolismo. Si estuviesen mínimamente por España, dedicarían sus esfuerzos a facilitar la iniciativa privada, conectar la oferta y demanda laborales con la realidad y en la búsqueda de soluciones para esos jóvenes que después de currarse una licenciatura -y un par de posgrados- deben conformarse con contratos encadenados y sueldos de becarios. ¡Los sindicatos están ocupados luchando por los independentistas, oigan! Porque tanto unos como otros han hecho de sus chiringuitos y consignas un negocio perverso y carísimo para todos. Que trascienda.