Opinión

Fundido a negro

En el lenguaje cinematográfico y teatral, fundido a negro significa la transición gradual de una imagen a otra. Un oscurecimiento de la pantalla al que seguirá una apertura para iniciar la fase siguiente.

Cuando faltan unas horas para que conozcamos el resultado de las elecciones autonómicas del País Vasco me atrevo a vaticinar que esa será la imagen: fundido a negro. Y que la ventana que se abrirá para iniciar la siguiente fase no traerá luz sino que profundizará en el oscurecimiento gradual hasta que , si nadie lo remedia, se llegue al negro total.

Tengo poca esperanza en que a corto plazo se pueda poner freno a este devenir catastrófico en el que la perversión de los valores y principios democráticos ha alcanzado cotas inimaginables incluso para los más agoreros del lugar. La transición gradual, por utilizar el símil cinematográfico, lleva en marcha unos cuantos años, tantos como los que han pasado desde que José Luis Rodríguez Zapatero se hizo cargo de las riendas del PSOE primero y del Gobierno de España después. El fundido se ha ido llevando a cabo con sumo cuidado, con total profesionalidad. El fundido comenzó, sin apenas darnos cuenta, cuando, tras el mayor atentado terrorista sufrido por España, las huestes del PSOE prefirieron culpar al Gobierno antes que a los terroristas. Culpar al Gobierno de «la derecha» de las víctimas del terror produjo muy buenos resultados electorales para el PSOE; y allí y entonces comenzó a germinar entre los socialistas la semilla del odio a «la derecha» y del «reconocimiento», siquiera utilitario, a los terroristas, lo mismo llevaran boina que turbante.

Después, de forma natural, vendría el reconocimiento a ETA como interlocutor político y la aprobación en las urnas que tuvo tamaña indecencia perpetrada por Zapatero. A partir de ahí, sin pausa, continuó el fundido a negro. El PSOE (la productora) , con sus decenas de miles de afiliados sectarizados que habían comprobado que era muy útil para sus intereses odiar más a la derecha que a los terroristas, contrató (es un decir) a Sánchez como protagonista y, para sorpresa de mucho, éste bordó el papel y superó, en velocidad y falta de escrúpulos, a su antecesor. Lo primero que hizo fue quedarse con la propiedad de la productora para no poner en riesgo las siguientes entregas y poder seguir fundiendo a negro cada nueva imagen de la serie. Para ese propósito eligió a los prescriptores y representantes de ETA como actores principales para que formaran parte del elenco de cada nueva entrega, los adjudicó el título de progresistas, calificó como «hombre de Estado» al terrorista Otegi y proclamó su voluntad de levantar un muro para que los demócratas queden al otro lado de aquél en el que se encuentra su banda. Y así es como hemos llegado a este 21 de abril que parece pillar de sorpresa a tanta alma cándida que, para no asumir su responsabilidad, dirá que no se podía saber….

El fundido a negro ha ido produciéndose de modo tan natural que los antiguos propietarios de la marca (que aún tienen un carnet, como si les perteneciera) y los accionistas que depositan su voto cada vez que hay asamblea general (elecciones) ni siquiera son conscientes de la negrura que los envuelve. Y los ves que van como ovejas a los mítines que se celebran en el País Vasco (he visto autobuses que llegan de las provincias limítrofes, por ejemplo de La Rioja…) y aplauden enfervorecidos a los que reniegan hipócritamente de los herederos de ETA a la vez que siguen negociando con ellos en los despachos o en el caserío mientras comen una chuleta bien regada por un buen rioja.

No sé quién será el primer partido tras el recuento de la noche del 21A; pero lo que sí sé es que en esta contienda electoral perderá la democracia y ganarán sus enemigos, los que llevan años asesinando y/o recogiendo los frutos de los crímenes. Ganarán los enemigos del pluralismo político, los enemigos de la libertad, los que siempre buscaron un País Vasco «normalizado», los que asesinaron o abandonaron a quienes luchaban para conseguir que la sociedad vasca fuera normal, plural y democrática. Y también sé que, terminado el recuento, el PSOE correrá a buscar cobijo y a revalidar su contrato de fijo discontinuo en una consejería o una conserjería, que todo les vale.

Tengo muy poca esperanza de que haya votantes del PSOE que se sientan concernidos por estas palabras, pues el adocenamiento y el sectarismo ha provocado en ellos una alienación imposible de entender fuera de un campo de concentración. Pero, por eso de que tengo lazos incluso familiares con alguno de ellos, no me resisto a hacerles una última pregunta: ¿En qué te has convertido para seguir votando al partido que considera socio preferente a quien defiende la historia de terror de ETA? ¿En qué te has convertido para seguir votando a un partido que califica como progresista a quien honra la memoria de los que asesinaron a 857 inocentes e incluso intentaron matar a miembros de tu familia?