La España que va como un cohete: pensionistas en trasteros y los okupas a cuerpo de rey

El problema de la vivienda en España muestra una brecha -palabra en boga- que ha pasado desapercibida: se habla mucho de la brecha generacional o de la brecha económica, pero hay otra que OKDIARIO desvela con toda su crudeza: españoles jubilados que malviven en trasteros sin ventilación mientras los okupas e inquiokupas campan a sus anchas blindados por las leyes de un Gobierno que son toda una incitación para entrar en domicilio ajeno, sabiendo que las normas del Ejecutivo les otorgan una suerte de patente de corso para delinquir.

Es la brecha que hay entre ciudadanos que han cotizado toda su vida y acaban condenados a residir en espacios insalubres sin cédula de habitabilidad y los okupas que, según el reportaje que publica este periódico, «se sienten seguros» ante la aparente pasividad de las autoridades. Por ejemplo, Carmen, una pensionista que cobra 1.000 euros y paga 280 euros por vivir en un trastero plagado de humedades. «Yo he estado ingresada tres veces en neumología por culpa de la humedad», relata. El domicilio de esta mujer es un garaje donde conviven «13 o 14 familias» en condiciones inhumanas, compartiendo apenas dos baños comunes.

En Barcelona, las políticas populistas de Ada Colau han derivado en un auténtico esperpento: mientras se destinan millones de euros para enviar a Mozambique, a Dakar, para hacer políticas de género en la otra punta del mundo, los residentes locales que han contribuido durante décadas al desarrollo de la ciudad se ven forzados a vivir en condiciones  tercermundistas.

Los trasteros reconvertidos en viviendas son una realidad cada vez más común en diversos barrios de la Ciudad Condal. Un reguero de nichos inmundos donde se agolpan jubilados con pensiones exiguas mientras los okupas disfrutan de todas las comodidades: casa, luz y gas gratis, porque no se les puede cortar el suministro ya que es muy fácil declararse vulnerable. Y, entretanto, los verdaderos vulnerables hacinados en un trastero. Esta es la España de Sánchez, la que va como un cohete.