España necesita políticos con más ritmo
Si analizamos el peso del empleo sectorial, se concluye cómo los servicios arrasan y la industria ha ido perdiendo muchos efectivos, algo que también, y en mayor escala, ha acontecido en el sector primario. Bueno, ¿y cuáles son los puntos fuertes que nos hacen sumar puntos en el ranking mundial de la competitividad? Varios que conviene destacar.
Vamos sumando en exportaciones de servicios comerciales, tenemos varias grandes empresas españolas con buen posicionamiento internacional y se observan unos aceptables niveles de inversiones directas en el extranjero. Bien por este primer frente. La faceta del turismo sigue sumando por más que este año haya serias dudas sobre si se repetirán los fabulosos registros, sería más apropiado pronunciar récords, de los veranos y años precedentes al sonar cada vez más fuertes otros destinos del Mediterráneo, como Grecia y Turquía, al estar más tranquilos los ánimos por esos lares, la misma y encantadora Croacia, alguna otra joya de los antiguos países bálticos bañados por el Mare Nostrum así como otros países mediterráneos del norte de África donde la paz parece que vuelve a reinar.
En cualquier caso, hagámonos a la idea de que “el turismo prestado”, como aquella marca de desodorante que un día nos fue infiel o aquel amor juvenil nacido en un verano azul que se derrumbó al llegar el otoño, tarde o temprano nos acabará abandonando y terminaremos por emular al mismísimo Julio Iglesias con su eurovisivo ‘Gwendolyne’. Eso no significa que el turismo se reduzca en gran cantidad en España, pero sí que perderemos visitantes. En el lado positivo, esgrime España asimismo la productividad laboral que es buena, aunque con la sombra de contenciones salariales, en trance ya de ajustarse al alza tras varios años de estancamiento, y donde somos una referencia a nivel mundial es en infraestructuras sanitarias.
¡Olé la sanidad española! Si hasta aquí hemos sintetizado la parte bonita y los aspectos clave que suman en el ranking mundial de competitividad, pasamos página y en el próximo artículo resaltamos los puntos malos, aquellos que nos restan potencia y sobre los que en buena lid el Gobierno tendría que actuar ipso facto. Por cierto, que ni lo uno ni lo otro: ni actuará —tal es la indolencia política— ni lo hará con urgencia. Ellos tranquilos que llega el período vacacional y es época de descanso dejando la agenda, caliente, “as usual”, para septiembre que es cuando sube la temperatura política y económica a su grado máximo.
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