Opinión

España, un ejemplo para el caótico escrutinio electoral de Estados Unidos

Si el caótico recuento de votos en las elecciones presidenciales de Estados Unidos se produjera en España, ardería Troya. El nuestro, le da sopas con onda. De eso sí que podemos presumir.  Parece mentira que la nación más puntera del mundo en tecnología, siga anclada en métodos de escrutinio prehistóricos. La capacidad que tienen los estados para imponer sus propias normas hace que cuando los resultados son tan estrechos como los registrados en las elecciones del martes, el escrutinio se convierta en un proceso laberíntico con lagunas asombrosas. Con independencia de quien sea el definitivo vencedor, lo cierto es que el recuento no es precisamente un ejemplo de eficacia, agilidad y transparencia. Y eso de que los estados con el 90% de los votos escrutados decidan dejar el recuento definitivo para los próximos días resulta, sencillamente, surrealista.

El sistema electoral estadounidense no está a la altura de lo que demanda una democracia ejemplar y se presta, como ha hecho interesadamente Trump, a la duda. Porque una cosa es que el actual presidente se excediera al calificar de fraude el recuento y otra, bien distinta, que el recuento sea, en sí mismo, un caos. Dicho de otro modo: transparente, transparente, no lo es. Por supuesto, no se trata de dudar de la limpieza de las elecciones -Trump tendrá que probar sus gravísimas acusaciones-, pero sí de subrayar lo obsoleto de un sistema de recuento más propio de naciones subdesarrolladas que de la mayor potencia del planeta.

España sí que es un ejemplo. La solvencia de empresas como Indra han hecho que los escrutinios electorales en nuestro país merezcan el elogio generalizado. Por supuesto, las dimensiones de un país como Estados Unidos, con 140 millones de votantes, complican la situación, pero no es un problema de cantidad sino de calidad. Si durante la noche electoral en España, una circunscripción dejara de contar votos sin motivo y pospusiera el resultado definitivo para los próximos días, el escándalo sería mayúsculo. Es lo que ha pasado en Estados Unidos.